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6.3.05

CON LOS MUERTOS (VIVIENTES) EN EL PUB



El subgénero zombi siempre es bienvenido en la Mansión Ausente. De hecho, ya que en este modesto lugar de la blogosfera enarbolamos orgullosos la bandera de la cultura pajera, podemos afirmar, orgullosos, que no hay pajero sin zombis detrás. Llevo tantos meses dedicado al cumpleaños de Godzilla y a los luchadores mexicanos (y demás cacharrerías) que se corre el riesgo de perder perspectivas. La camilla del forense coolzetoso tiene muchas patas, más de cuatro, pero una, básica y primordial, es el muerto viviente. Y más si se trata del zombie borderline que todos llevamos dentro.

Es por eso que en la mansión ausente ha sido recibida con alborozo, hurras, aplausos y jubileos la divertida Shaun of the Dead. Aquí, en esta España que nos duele, han optado por herir el filme con el horroroso títulos de Zombies Party (Una noche... de muerte). Que la palabra zombi casi no se pronuncie, ex profeso, a lo largo del metraje (“no nombres esa palabra, la que empieza con zeta”) les ha dado igual, y que en su mayor parte suceda de día, también. Mucho mejor ese intraducible Shaun de los Muertos original. Y también la frase comercial que la acompañaba: a romantic comedy. With zombies.



Y sí, lo de comedia romántica es cierto. También lo de los zombis (claro). Mucho tiene el filme del chico conoce chica (o, mejor, de la variante que nos sitúa un poco más adelante: chica deja chico). No es la primera vez, claro (Mortal Zombie o Dellamorte, Dellamore, también masacrada en su título español). Ése es un argumento universal siempre presente. También la amistad, aquí encarnada en el gordo, vago, impresentable e incompetente holligan que acompaña, todo el rato, al protagonista. Otro elemento que no es estrictamente propio del subgénero de los muertos que andan (y comen) es que es una parodia. Hay parodias y parodias. Hay parodias que destrozan y no se merecen el referente que toman prestado. Y las hay que lo dignifican. Que aportan el elemento humor sin dejar de pertenecer al género que parodían. Eso que me gusta tanto de El baile de los vampiros. Que se ríe pero es una fiel película de vampiros. Aquí pasa lo mismo. Pese a las ganas de hacer reir estamos ante una película de zombis. Una estupenda película de zombis, añado. Con sus homenajes. Esa pizzería Fulci. Ese muerto gordo que remite a Nueva York bajo el terror de los zombis (y a tantos otros zombis obesos y calvos). Ese destripamiento y arranque de torso a lo El día de los muertos. Y, cosa me agrada profundamente, algunos momentos miran más a la estupenda exploitation hispanoitaliana No profanar el sueño de los muertos que a la madre del cordero romeriana de 1968.


El indispensable zombi gordo y calvo

Me gustaría destacar unos cuantos detalles . Aportaciones de esta divertida opera prima británica de Edward Wright a ese universo genérico de muerte, palidez y canibalismo grupal que parece estar viviendo un interesante revival. A saber (y ojo, porque especialmente en el quinto y último punto se desvela algo el epílogo final):

1- Que el inicio y propagación de la plaga suceda en segundo plano. La cámara está centrada en el desgraciado Shaun (un estupendo Simon Pegg) y sus pesares románticos, familiares, laborales, sociales. Tras él, sin ser el centro de la acción, la zombificación avanza imparable.

2- Que un tipo gris y anodino descubra, poco a poco, que lo suyo es masacrar muertos andantes y defender a la comunidad que ha reunido. Un inútil como encargado de la tienda en que trabaja y, en cambio, un valiente lider en caso de invasión caníbal. Los zombis sacan lo mejor que llevamos dentro.


Héroes white trash

3- Que suceda algo tan inaudito en un filme de muertos vivientes como es acudir al rescate de familiares y seres queridos.

4- Que uno de los estándares del comportamiento del moderno zombi fílmico es que repiten como autómatas su vida diaria. Por eso acuden en masa a los hipermercados y demás centros sociales borderlines. Aquí los humanos hacen lo mismo. ¿Qué hacer en caso de apocalipsis? Seguir con la rutina de cada día y plantarse en el Winchester, el pub donde están habituados a perder el tiempo.

5- En el epílogo, el elemento útil y social del zombi. Algo ya esbozado en la romeriana El día de los muertos. El ser humano es un superviviente nato. Algo tan improbable como que los muertos salieran de sus tumbas y propagaran, vía mordisco, su nueva condición no acabaría con la especie humana. Al contrario, seguro que le encontrarían provecho y utilidad social. Al fin y al cabo, pasa cada día. El uso crematístico del zombi se circunscribe, por eso, al moderno. En el clásico del vudú original era habitual, y si no ahí está la hammeriana The plague of the zombies. Se cierra, pues, un círculo.

En la mansión ausente, repito, celebramos con alborozo este Shaun of the Dead. Reímos y disfrutamos. El plural no es mayestático. A doña absenta le gustan también los muertos vivientes. Doña absenta, además de bella, madre y esposa es también pajera, exquisita, pero pajera. Por cierto, el dividí incluye un extra que me ha gustado mucho: El rotafolio de Edgar y Simon. El director y el protagonista, que para algo son los guionistas, comentando la película y sus detalles mediante un storyboard muy poco académico.

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