Me dolió mucho no incluir esta película en mi Top Ten de Sitges 2013, la más que digna representación este año del mejor cine coreano.
Hoon-jung Park, guionista de la estupenda
I saw the devil, entrega un consistente thriller de gángsters que se presenta acertadamente como una especie de cruce entre
Infernal affairs y
El padrino en el que la lucha interna por el poder en una organización criminal se verá intoxicada por un policía infiltrado y los tejemanejes de su jefe. Intensa y muy bien narrada, es un películón de trama meticulosa que por tradición coreana incluye una de esas grandes secuencias de acción y violencia: la del ascensor.
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