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11.10.05

Desde Sitges con frunción (VII) : Virgins from Hell de Ackyl Anwari

Cansado y en una tarde/noche cargada de problemas acudí, a la una y media de la madrugada, a la primera de las sesiones golfas englobadas en la sección Mondo Macabro. Soy adicto a esas sesiones desde su inico. Acostambran a descubrirme cosas que jamás hubiera imaginado. De entrada, las condiciones mentales no eran nada favorables. Todo parecía llevarme a desconectar de la película y pensar en otras cosas (eso me ha acabado pasando esta mañana) pero no. Lo mío, está visto, es la zetaexplotación más... hum... ¿tercermundista? Lo cierto es que a los cinco minutos ya estaba aplaudiendo el despropósito sictrónico de Virgins from Hell (Indonesia, 1986). Aplaudiendo con frunción.

Buff. A ver cómo se lo explico a ustedes en plan rapidito. Ya tendré tiempo de rastrear la película al regresar a casa a ver si hay suerte. Imaginen un grupo de una veintena de jamonas indonesias con metralletas, montadas en motocicleta, asaltando un casino ilegal. Y luego el Cuartel General de una banda mafiosa. Diez minutos de película y el desparrame ya es frenético. Tiroteos de patio de colegio, coreografías vergonzantes, jamonas embutidas en prietos pantalones cortos, explosiones, motos. Buff. Impresionante. Al final las mozas (que se mueven por el deseo de venganza de la líder) frcasan y acaban prisioneras de El Tigre y sus secuaces.

A partir de ahí la película da un giro a la exploitation carcelaria más bizarra. Mejor me concentro en algunos detalles para que se relaman y saliven. Por un lado tenemos al malo de turno. El Tigre. Sus modelitos despertaron los aplausos del público en repetidas ocasiones. Sombreros cordobeses, ponchos, fajas rojas. Imaginen a un Indonesio disfrazado de cacique mexicano adicto al rocócó. Pues eso. El tipo, además, es amigo de maltratar a sus amantes, tiene fijación por los caballos y cuando utiliza su látigo siempre truena y relampaguea en el exterior. Memorable. El tipo tiene un laboratorio de drogas y allí experimentan con las chicas prisioneras. Buscan drogas afrodisíacas para vender a los varones holandeses y suecos (sic). Porque sexo hay un rato largo, pero sin desnudos. Follan y violan vestidos y pensando, incluso, a las musarañas, pero con deleite en el acto y sin una tetita que echarse a la vista. Cosas de las leyes indonesias de la época.

Más detalles. Las torturas aplicadas a las chicas más rebeldes: asarlas a la parrilla, o encerrarlas en un saco con un mapache rabioso. En plan escenas de impacto tambien tenemos una serpiente introducida por el agujero de una herida de bala. Pero atencion... para sanar: se retira la serpiente y esta tiene la bala en la boca. O una de las prisioneras aplastando una rata con sus tacones y untandose el cuerpo de su sangre como si tal cosa.

Y todo eso, ya les digo, encaminándose a un climax que es una fiesta del tiroteo peliculero más patético (nada como una voltereta para escapar de cientos de ráfagas de metralleta) que incluye, nada más y nada menos, que un émulo de rambo con peto tejano. Ahí es nada. Una joya del zetismo. Palabra de absence.

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