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29.9.04
MÚSICA PARA MENEAR LAS DOMINGAS
Cuando leí sobre la muerte del sinpar cineasta Russ Meyer pensé en escribir algo sobre él. Obituarios ya hubo dos en la blogosfera a cargo de Spaulding y John Tones, así que cuando leyendo se mezclaban en mi memoria Supervixens y Megavixens (Up!), siendo incapaz de diferenciar qué era de una y qué de otra, pensé en mirarme algunas de sus películas y comentarlas. En eso estoy, pero por el camino recordé que hay varios discos de bandas sonoras editados y me he puesto a escucharlos.
Por un lado está la colección editada por Q.D.K. Media, que, si no ando errado, pertenece a la misma productora independiente fundada por el rey del busto generoso. Son cuatro volúmenes que recopilan cada uno de ello los soundtracks de tres pelis cada uno. Así que tres por cuatro doce. Vaya por delante que el cuarto volumen (Russ Meyer’s Good Morning... and Goodbye!/Cherry, Harry & Raquel/Mondo Topless) no se haya a mi disposición, aunque es evidente que sigue la tónica de los tres anteriores. Y también que al parecer lleva tiempo prometido un quinto volúmen dedicado a sus primeros filmes nudies.
Ni corto ni perezoso mi equipo hifi ha ido desgranando el primer volumen (Russ Meyer’s Lorna/Vixen/Faster, Pussicat! Kill! Kill!), el segundo (Russ Meyer’s Supervixens/Up!/ Beneath The Valley Of The Ultravixens) y el tercero (Russ Meyer’s Mudhoney/Finders Keepers Lovers Weepers/Motor Psycho). La verdad es que la experiencia, así de un tirón, resulta bastante decepcionante. No tanto por las músicas en sí (que tampoco son nada del otro mundo, todos sabemos qué hace interesantes los filmes de nuestro hombre), sino por la calidad del producto: se trata de extractos de las películas, es decir, que se mezclan los diálogos con las músicas, tal y como sale en la película, ruidos de ambiente incluidos. Está sonando la canción y escuchas los orgasmos, las explosiones, las puertas que se abren, las motos (bueno, los motores de vehículos a dos ruedas nunca molestan en una canción). Es cierto que los diálogos tienen su gracia delirante pero el mejunje no pasa de la curiosidad para fans y ni siquiera un clásico garajero como Faster Pussicat (que tan bien recuperaron los Cramps en el indispensable Smell of Female) o los temas de The Three Weirdos para Finders Keepers están respetados en su integridad.
En estas recopilaciones el escucha paciente vera transitar sonidos más que variados con abundancia: acordes destinados al striptease de carretera y peepshow, soundtracks inspiradas en los estándares del cine de miedo y acción de la época, mucho crime jazz (Motorpsycho) o jazz a secas (Lorna), lounge agradable para practicar sexo a la intemperie (Vixen), toques de musical de Broadway y efectos propios de los cartoons (Up!), fandangos y pupurris mexicanos (Ultravixens), extractos de valkirias wagnerianas, valses o sitares, white trash jilibili, remisiones al western zarrapastroso, dixie y hasta algún tema de mandolina vibrante (Mr. Dynamite en Supervixen). En definitiva, un poco de todo pero resuelto con cutrez, sin gracia. Y es una pena porque con unos cuantos bastantes diálogos bien puestos y una selección de temas bien puliditos de todas las películas podría quedar un doble cedé la mar de majo. Puestos a destacar algo me quedo con las músicas de Vixen (firmadas por Igo Kantor) y con el espectacular strip-fuzz que sirve de base al espectacular show pre-leñero cachondo de Margo Winchester en Up! (Acreditada a William Loose).
La otra aportación discográfica al mundo de Russ Meyer es la banda sonora para su único acercamiento a las majors hollywoodienses: Beyond the Valley of the Dolls. Me entero ahora que hace poco han editado una nueva edición mejorada y digitalizada (24 tracks entre temas y diálogos, pero no he tenido el gusto de escucharla aún). La anterior, un vinilo de doce temas, es un compendio de las tonadas del filme que van del jipi folk del trio vocal de The Sandpippers al soul garajero de The Carrie Nations (la banda femenina ficticia alrededor de la que gira toda la película bajo la que se oculta la mano del compositor y productor Stu Phillips), pasando por el rock de garaje de los Strawberry Alarm O’Clock (célebres por esa buena muestra de farfiseo indecente y veloz que es su Incense & Peppermints). Y aquí sí que podemos decir que nos encontramos ante un buen disco, muy de la época psicodélica y bastante entretenido.
La nueva edición
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