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6.11.15

CRÓNICAS DE #SITGES2015 (XXXIII): THE ASSASSIN



Hace 40 años, en tiempos de luchadores y espadachines mancos, nadie hubiera dicho que un wuxia, es decir, una peli de chinos saltarines con espadas, despertaría el entusiasmo de Cannes y se llevaría el premio al mejor director. Creo que llegué a leer que se trataba del wuxia definitivo, o algo así. Pura trola, dado que se trata de todo lo contrario: el antiwuxia definitivo, culmen de una tendencia que se antojaba inaudita inaugurada por Tigre y dragón y continuada por Zhang Yimou. Ojo, no tengo nada contra esos preciosismos chinos, al contrario, algunos los he disfrutado y, de hecho, han cobijado a su sombra peliculones como Wuxia o el Detective Dee: The Mystery of the Phantom Flame de Tsui Hark. Pero claro, la tendencia ha ido a más y ha acabado engendrando lo que alguien definió con tremendo acierto como “una película de chinos dirigida por Manuel de Oliveira”. Es cierto que es bonita de ver, con sus paisajes, sus vestidos y su preciosa Shu Qi. Como película de artes marciales, en realidad rehuye toda coreografía, de ahí la trola de algunos comentarios. La película es muy lenta y consigue algo curioso: la historia que cuenta es casi anecdótica y aún así consigue ser confusa de cojones, al menos para el espectador occidental que soy, porque al final fui incapaz de situar y reconocer algunos personajes. Pese a todo, reconozco que por alguna razón no me aburrí ni agobié con ella. Por cierto, soy muy fan de largo plano de las ovejas reposando en el prado a cinco minutos del final.

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