La mejor película española vista en Sitges figura también en la zona alta de mi lista de preferencias. Dirigida a cuatro manos por
Juanfer Andrés y
Esteban Roel con producción de
Alex de la Iglesia, es una fabulosa muestra de gótico español amparado en un costumbrismo de posguerra gris y catolicismo siniestro. Rabiosa en el detalle anticlerical, brillante por no agotar en su claustrofóbico paisaje, va creciendo como drama de suspense —con ecos a
El seductor de
Siegel— hasta llegar a una ejemplar explosión final del mejor Grand Guignol. Los actores están todos estupendos, en especial
Macarena Gómez. Muy buena.
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