Estupenda película belga de terror que aplica un
torture porn de baja intensidad a un grupo de boy-scouts. Más allá del placer que, por defecto, supone para el aficionado que las víctimas sean menores de uniforme y acampada, así como sus odiosos monitores, la película tiene más virtudes: un bosque repleto de mecanismos mortales construidos sin tecnología y de hermoso diseño arbóreo; la presencia de un niño salvaje con máscara de gusto neopagano; y un desenlace definitivamente oscuro. Deja algún cabo suelto, pero eso es lo de menos.
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