Alexandre Bustillo y
Julien Maury, creadores de la portentosa
A l’interieur y la posterior
Livide —que no agrada a todos, pero que yo defiendo por sus muchos detalles de bello horror—, regresan a Sitges con una versión muy oscura de
Los Goonies con ecos a
Funhouse de
Tobe Hooper. Tras un inicio en el que en parte se guiñan a sí mismos y a su primera película, dejan la sangre prometida para el final y optan por una versión descreída de
Los Cinco y demás pandillas donde los niños bordean la delincuencia y el malo es más que un psicópata. Si encima parte de la historia sucede en un abandonado decorado de películas del Oeste abandonado, yo ya no puedo pedir más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario