Por esas cosas de la vida, estos últimos meses he sido honrado con la propuesta en cadena de tres prólogos, así que me he enfrentado al reto que suponen. En todos ellos, inicialmente sin querer, he acabado entregando un resultado que creo se aparta de lo tradicional manteniendo la condición de prólogo, y, la verdad, estoy muy contento de cómo han quedado, mucho. Por orden de encargo, que coincide con el de publicación, estos son los tres títulos en los que aparezco en créditos por la parte que me toca: Ángel Sefija por los siete mares de Mauro Entrialgo (Astiberri), Rosario y los inagotables de Artur Laperla y Marcos Prior (La Cúpula) y No Option #3 de Pep (Entrecomics Comics). El cuerpo me pide comentar cada uno de ellos, así que allá voy.
Ángel Sefija por los siete mares
Este es uno de esos casos en los que debería ir al encuentro de mi yo del pasado para decirle que un día acabaría escribiendo un prólogo para Mauro Entrialgo, autor del que soy seguidor desde hace más de 20 años. De hecho, me resulta imposible saber cuándo leí algo suyo por primera vez. Fui comprando los tebeos de El Pregonero según salían y lo mismo con el primer volumen de Herminio Bolaextra, aunque si me pongo a pensar, creo que tomé noción de Mauro y su reconocible estilo con sus ilustraciones para Munster Records. Angel Sefija por los siete mares es el séptimo recopilatorio de la historieta que desde el año 2000 publica semanalmente en El Jueves, y en la que desarrolla una de sus facetas más destacadas: diseccionar nuestras costumbres, modos de vida, hábitos y vicios, nuestra hijoputez y nuestros absurdos plasmados con humor y sentido común.
Prologar a Mauro conlleva un reto añadido. No es sólo que se ha escrito mucho sobre su trabajo, sino que además es un autor muy prologado porque tiene la bella costumbre de que siempre, o casi, sea así. Por mi parte, podía haber explotado el Duelo de papel que mantuvimos por Twitter y Flickr hace ya más de un año, y hubiera sido una buena manera de salir del brete, pero como uno es un profesional aunque no lo parezca, me zambullí en la lectura de los seis volúmenes anteriores de Ángel Sefija. El resultado fue una experiencia brutal, de una intensidad poco frecuente. No he hecho la cuenta, pero deben suponer unas 500 páginas que acaban dando una visión panorámica mordaz, cruel y cierta de nosotros, nuestra forma de relacionarnos y la sociedad que hemos construido. Me he reído mucho, pero también me ha hecho más sabio.
Mientras leía sin pausa, iba tomando notas mentales de todo aquello que pudiera serme útil. Detectaba constantes, reflexionaba detalles y me venían ideas sueltas, pero cuando me puse a hilvanar esa dispersión de notas veía que sí, que vale, pero que me iba a salir el prólogo típico. Y entonces, zas, se me ocurrió que si en Ángel Sefija proliferan las tipologías en las que se señalan cinco cosas sobre un tema y lo que significan realmente, yo podría escribir varios prólogos diferentes y señalar qué tipo de persona los habría escrito, todo en clave de humor un poco al estilo de Mauro (bueno, intentándolo, que es imposible estar a su altura) y subrayando algunas de las constantes detectadas durante mi inmersión. Así nació Seis tipos de prólogo a Mauro Entrialgo y quién los escribe, con el que conseguí pasármelo bien y reírme bastante mientras lo hacía. Por el camino, también había jugado con un recurso que me parecía interesante para evitar “lo de siempre”: que de alguna manera el prólogo se empape e intente amoldarse en fondo y forma a la obra prologada.
Rosario y los inagotables
Mientras estaba dándole vueltas a cómo resolver el prólogo para Ángel Sefija, Marcos Prior me comentó que La Cúpula iba a recopilar en un integral su serie Rosario y los inagotables, realizada junto a Artur Laperla y publicada mensualmente en El Víbora, y que le gustaría que la prologara. La propuesta tenía su razón de ser, ya que en varias ocasiones le había expresado que guardaba un buen recuerdo, que en su momento la leía con gusto e, incluso, llegué a preguntarle si algún día la veríamos reunida como novela gráfica. Así que acepté encantado y nada más acabar con Mauro me puse a ello porque la fecha de entrega era bastante apretada. Además, me propuse continuar el camino que acababa de explorar y que mi prólogo buscara el tono de la obra prologada, como un camaleón de su forma narrativa. Y no era tarea fácil.
Lo primero que hice fue sacar de la estantería todos los Víbora donde se publicó Rosario y los inagotables y leerla de un tirón, algo que nunca hice aunque sabía que con ello la serie cobraría una forma diferente y probablemente mejorara. Publicada en episodios mensuales de cuatro páginas que podían leerse de manera independiente, era evidente que por debajo iba tejiendo una continuidad que se intuía endiablada gracias a su tremenda coralidad, llena de personajes cuyas peripecias no paran de cruzarse una con otras: Rosario (gran personaje femenino), la inseparables pareja de pícaros perezosos que la acompañan, novios, familiares, amigos y hasta un tipo que pasaba por allí.
Recuperar Rosario y los inagotables tenía un valor añadido. Desde su finalización, Marcos Prior ha construido en solitario o junto a Danide una de las trayectorias creativas más sólidas y personales de nuestro cómic con vectores como la crítica al neoliberalismo, la narración alterada, los lenguajes de las redes sociales o el humor. Así que me parecía interesante buscar su rastro en una obra anterior y efectivamente, ahí está, surgiendo precisamente en el momento en que estalla el 11-S.
Lo primero que salta la vista cuando comienzas a leer Rosario y los inagotables es el impresionante ritmo trepidante que imprimen sus autores; Así que mi prólogo debía ser igual de rápido, con referencias corales y establecer relaciones azarosas. Por otro lado, ya entonces percibí una imposible mezcla inicial entre Jaime Hernández y Quentin Tarantino, y recordé que en Supercómic Ana Merino mencionaba la amistad de los Hernandez Bros con la madre de Tarantino, así que ya tenía suficientes elementos que agitar.
Para acabar este apartado, dos curiosidades egocéntricas. Uno. El texto no está firmado al pié, aunque si consto en créditos, y la razón es que soy uno de los personajes que en él aparecen, aunque hablo de mí en tercera persona (fue una decisión difícil, pero era lo mejor), así que como aparece una referencia a mi nombre en el último párrafo me pareció redundante firmarlo. Dos. Para mi sorpresa, he recibido mensajes de entusiasmo con el resultado, cosa poco habitual con un prólogo, pero todo el mérito es de Laperla y Marcos Prior porque me he limitado a imitar su tebeo.
No Option de Pep Pérez
Por establecer la cadena de acontecimientos, Marcos Prior me propuso prologarle al acabar la presentación del tercer tebeo en el que me place haber aportado mi granito de arena: el No Option de Pep Pérez, autor con el que enseguida establecí una buena corriente de afinidad y simpatía; Así que era de lo más natural que tras Manel Fontdevila y Santiago García me correspondiera el honor de presentar la tercera entrega de su increíble tebeo.
Lo de No Option es muy grande, y uno de los tebeos más rematadamente pOp que mis ojos han disfrutado en los últimos meses, una absoluta locura. Pep se deja llevar, arrebatado, por su mirada fascinada ante la estética sci-fi pulp setentera, Corben, Metal Hurlant/Heavy Metal o el Jack Kirby más cósmico, entre otros referentes de psicodelia sideral y la inevitable línea clara de Chaland. Un tebeo de grapa que es puro instinto protagonizado por bárbaros salvajes, nazis del espacio, robots ciclotrónicos, Tyiranosaurios Rex o post-apocalipsis punk, con apariencia episódica pero que cobra mayor coherencia si se leen dos números seguidos (por eso salen de par en par).
Hay dos cosas de No Option que maravillan. La primera es el acierto de no usar textos de apoyo ni diálogos, porque el tono de la historia requeriría una prosa rimbombante y viejuna que sería un lastre; al erradicarla, el tebeo se convierte en algo radicalmente vanguardista y mucho más disfrutable. La segunda son sus colores maravillosos, puro goce. De hecho, Josep Maria Beà también los destaca en su prólogo para el cuarto número.
Como quería continuar con lo hecho con Angel Sefija y Rosario y los inagotables, es decir, escribir un prólogo que bebiera y se amoldara en tono y estilo a la obra prologada, de nuevo tenía ante mí todo un desafío. El prólogo debía ser cósmico, sideral, llamativo, ágil y pOp. Vale, sé que es algo que se me puede dar bien, pero como se trata de un tebeo sin más letra que sus títulos espectáculo en inglés, debía buscar algún recurso añadido, y ahí fue importante lo del color. Decidí que determinadas palabras debían ir en cuerpos de color diferentes, nazi debía ir en rosa, PEP!! en verde fosforito y con exclamaciones, pOp en naranja. Cosas así. Creo que ha quedado estupendo y se puede leer aquí.
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