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28.6.14

ENTRAÑA AUSTRALIANA



Comentaba hace unas semanas que había tenido la suerte de encadenar la lectura de una serie de magníficos tebeos; y es una pena que me detuviera ahí, sólo en el primero de ellos, por culpa de mi desenfrenada vida de señor con rutinas cotidianas, porque algunas cosas hay que escribirlas desde el entusiasmo, que es una cosa que es mejor agarrar al instante, antes de que repose la pasión; luego, si ya, nos ponemos cerebrales.


Digo todo esto con Hechizo total de Simon Hanselmann de nuevo en mis manos para tocarlo, olerlo y releerlo, que además está editado con el cariño que pone Fulgencio Pimentel. Para el adicto a las crónicas generacionales desalmadas y salvajes que soy, esto es brutal. Droga dura. Así que hundo los brazos en mis entrañas en busca de ese entusiasmo y lo pongo sobre la mesa, y me tranquiliza pensar que los protagonistas de este tebeo entusiasmo, lo que se dice entusiasmo, no parecen tener mucho. Por eso son como son y viven como viven y yo los leo con el sentido del humor del revés, con la risa rara y los ojos muy abiertos.


Sobre la mesa tengo las entrañas a un lado y Hechizo total al otro; el teclado en medio. Por el rabillo miro esquinado la portada, que es la de la primera edición y que me provoca una reacción complicada de describir. Es una fotografía como de pesebre agrio, con rocas y matojos, y una cueva con cortina de la que sale una bruja dibujada, un poco monigote, que tiene la piel verde y la napia de la novia de Popeye, quizá un pelín más larga, pero una nariz de tebeo al fin y al cabo. Luego ya, para la segunda edición, el señor Fulgencio ha optado por un primer plano de la bruja con un gato que le tapa la nariz. Me parece bien: los que compran un libro por la nariz tienen la primera y los que son más de gatos la segunda.



En la portada de mi ejemplar hay un adhesivo que no molesta, que ya es decir, con una frase que reza lo siguiente:
“Un retrato generacional con pinceladas de Todd Solondz, Peter Bagge y Los Simpson. Drogas, sexo pocho, TV, tiempo libre. En Australia. Hoy”. 
Como descripción de lo que hay dentro es muy certera, y mira que es difícil, que yo llevo ya tres párrafos intentándolo y no hay manera. Lo de “Hoy”, pues eso, el presente. Con la nostalgia, cero tolerancia. El pasado es para viejos. Lo de Australia, pues al otro lado, boca abajo, en las antípodas, la tierra de Mad Max. Australia, ya saben, el destino de los indeseables que desterraba la pérfida Albión; con sus canguros, sus ornitorrincos, sus aborígenes y sus desiertos; también dicen que andan muy desequilibrados en el reparto de sexos, y digo yo que eso es algo que debe condicionar lo suyo.


Continuemos. “Tiempo libre”. Algo que todos queremos para perderlo. ¿Cómo? Lo sabes bien, pero por seguir con el guión: mirando la tele, follando sin ganas y tomando drogas porque algo habrá que hacer para matar el tiempo. Lo de pocho es muy importante, que conste, hay que destacarlo. Lo Pocho es la esencia de nuestro tiempo. Ni zombis ni hostias: Lo Pocho es el zeitgeist. Lo Pocho lo envuelve todo, hasta el sexo. Hoy, aquí y en Australia.



Pasemos al comodín de los críticos: citar referentes, que siempre vienen bien para que te hagas una idea. Los Simpson. Sí, claro, la brujita de la portada tiene la piel verde amarillenta y nariz de dibujo animado, pero aquí lo importante es el sofá. Muy importante, el sofá de los Simpson; pero no te pienses que todo son historietas de sofá, ni mucho menos. En Megg, Mogg & Owl, que es como se llama en su tierra austral la serie de historietas recogidas en Hechizo total, los personajes se mueven, que conste: hacia el videoclub, a pillar mandanga, a guateques caseros, a centros comerciales o para hacer el cafre por la calle en clave pocha. No nos paremos. Peter Bagge. Pues Odio. Qué te voy a decir, si con eso está dicho todo. Y acabo con el primero que ha puesto el Señor Pimentel en la etiqueta: Todd Solondz, el director de Bienvenido a la casa de muñecas o Happiness, con ese humor tan suyo, indigesto y de mal cuerpo, que te ríes por no llorar, que maldita la gracia que hace que te haga gracia. Por eso me he sacado las entrañas y las he puesto aquí al lado, que no quiero que en ellas se me entierre este entusiasmo porque es de los que merecen la pena. Un entusiasmo enorme. Australiano.


Y así, con el entusiasmo a flor de tripa te digo que Hechizo total de Simon Hanselmann va de jóvenes australianos, hoy. Una brujita gótica que vive con un gato que es su pareja, o al menos hacen lo que hacen los jóvenes de hoy, aquí y en Australia: sexo pocho. Y un búho antropomórfico al que le hacen unas putadas realmente jodidas pero que luego resulta que es el que más folla de todos. Y un hombre lobo que está loco, que es un destroyer suicida pasado de vueltas y que tiene una novia de colores purulentos. Y luego otro, moreno y con bigote, que viste como un mago y que es un triste. Y aunque parezca mentira todo esto es autobiográfico, y lo sé no porque lo diga Simon Hanselmann en esta entrevista, no, sino porque los personajes de Hechizo total sudan las gotas del sudor del comix underground, que son las gotas de sudor que Hergé siempre quiso hacer pero que dejó flotando sobre las cabezas. Aquí las gotas de sudor están en su sitio, muy bien puestas, perlas líquidas de mal rollo que gotean y bajan por la frente, que lo dicen todo y que a mí me entusiasman las entrañas.

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