Páginas

16.5.13

CUANDO LA GAUCHE DIVINE SE CRUZÓ CON VON DÄNIKEN


Uno de los grandes versos sueltos del cómic español fue Enric Sió. Aunque en su formación juvenil trabajó en Bruguera y para las agencias que facturaban historietas con destino Inglaterra, enseguida pasó a ir por libre. Sió era un dandy vinculado a la Gauche Divine, la versión barcelonesa (y por tanto debemos saltar distancias) de la Izquierda Exquisita neoyorquina que tan bien retrató Tom Wolfe. La Gauche Divine se reunía en la discoteca Bocaccio, tenía actitud elitista y de clase y dondeallí hubo un poco de todo: intelectuales, arquitectos, fotógrafos, artistas, modelos, cantantes. Eran tan modernos que entre sus filas también hubo un dibujante de cómics: Enric Sió. No era, claro, un dibujante cualquiera; no formaba parte de la industria española de aquellos años y, en cambio, publicaba en el extranjero algo tan extravagante, entonces, como podía ser cómic de autor, y encima respaldado con todos los beneplácitos críticos y diversos premios. EDT, en uno de esas maniobras (habituales) de justicia patrimonial, romanticismo y (por qué no) escaso ánimo de hacerse millonarios, ha recuperado estos días una de las obras claves de Sió, Aghardi, en gran formato y estupenda edición.

En 1969 Sió fue galardonado con el Gran Premio del Salón Lucca por Aghardi, una serie de autor que estaba publicando directamente para el mercado italiano. Dos años más tarde recibiría el premio Yellow Kid (también italiano). No deja de ser curioso que el primero de esos galardones fuera un ex aequo con Robert Crumb, nada menos. La fecha, 1969, debe resaltarse. Son los años de auge absoluto de la reivindicación del cómic adulto y de autor que encabeza el teórico Umberto Eco, y tiene a Italia y la revista Linus como uno de sus focos principales. En otras palabras, en 1969 el aparato teórico de la modernidad en el cómic consideró que el futuro del medio estaba en dos jóvenes promesas: Robert Crumb y Enric Sió. Del primero, hoy, no hay duda; del segundo, hoy, es necesaria la divulgación porque el propio medio lo tiene bastante olvidado, entre otras cosas porque abandonó los cómics dos décadas después para dedicarse a la fotografía (y luego falleció, por lo que su presencia pública es imposible). Pero eso no lo explica del todo. Releer Aghardi en 2013 sí, o al menos en parte.


Leí Aghardi por primera vez en 1979, cuando se editó aquí por primera vez como parte de la Biblioteca Tótem, que entonces me parecía por formato y contenido una colección imperdible (y eso que aún no era mayor de edad). No sé cómo me hice con él, si engatusé a algún adulto o lo robé de algún quiosco (sí, confieso que cometí algún delito de este tipo en mi juventud: robar tebeos). Hoy no conservo ese ejemplar porque se lo presté a alguien y, un poco por justicia divina, nunca lo devolvió. Tampoco conservo Mara, que ahora recuerdo como su mejor obra. Quizá fuera alguno de mis amigos mods, aunque no puedo jurarlo. Mi gusto estético por el arte pop y la estética sesentera viene de lejos y en eso Sió es brillante. Dibujos rematadamente pop de inspiración fotográfica. Hoy sé que tiene sentido también por su pertenencia al movimiento barcelonés más esteta de la época, pero entonces todo eso lo desconocía. Cuando leí Aghardi, luegó se lo presté a mi amigo mod del instituto porque pensé que le cuadraría estéticamente. Así fue, porque luego hizo un fanzine y puso dibujos de Sió y fotos de Tuset Street.


Aghardi es una explosión de ese grafismo pop que tanto me seduce. También es, en cierta manera, un canto a la imagen de Guillermina Mota, una cantante catalana de la época, entonces muy popular (y también miembro del círculo divino de Bocaccio). Guillermina, entonces pareja de Sió, fue la modelo que inspiró la protagonista femenina de este cómic. Otra fuente de inspiración es el mundo de la Fórmula 1, llena de glamour y, entonces, un deporte alejado en España de las masas. La tercera inspiración es clave en el argumento: el realismo fantástico de Pauwels y Bergier o, sobre todo, uno de sus hijos directos: Von Däniken y sus teorías sobre civilizaciones perdidas y contactos extraterrestres. Junto a la estética del 60’s pop, fue otra corriente de moda con un enorme impacto en la cultura popular. Jack Kirby también sucumbió a ella, y está muy presente en el 2001 de Kubrick. Todos estos elementos hacen que perdone algunos de los defectos que hoy encontramos en la obra de Sió.

¿He dicho defectos? Sí, lo he dicho. Lo curioso es que lo que hoy nos lo parece a los lectores de cómics del siglo XXI, hace cuarenta años eran virtudes, riesgos y ánimo experimental. No voy a engañar a nadie: leer Aghardi en 2013 requiere una cierta disposición y voluntad. Sió experimenta con la narrativa, la interrumpe, busca las elipsis, se desentiende de la historia en busca de lo gráfico, sugiere más que explica. Eso, que está muy bien aunque se noté su carácter pionero, se mezcla también con el hiperrealismo de inspiración fotográfica que hoy parece anticuado en términos de narración. Creo que hay cosas y experimentos que en cómic se explican y fluyen mejor si nos alejamos del hiperealismo, por mucho que éste esté tamizado por la estética pop y un brillante uso del blanco y negro. Creo que Sió lo intuyó en algún momento y por eso abandonó el cómic para dedicarse a la fotografía: no tenía sentido pasarse horas intentando dibujar la foto perfecta cuando puedes hacerla. Por eso Crumb permanece vigente y el arte de Enric Sió no tanto.


Es cierto, sí, que la lectura de Aghardi  en 2013 conlleva esfuerzo y requiere contexto, pero eso no evita que entre por los ojos y que sea una verdadera avalancha de corrientes culturales pasadas (algunas vigentes, otras envejecieron rápido). Tampoco debe menospreciarse su condición de pieza importante en la historia del cómic, el nuestro y el de fuera, que es justo recuperar del olvido. Al fin y al cabo Sió era un verso libre, un heterodoxo y un dandi esteta, y eso siempre lo hará interesante.



Bola Extra: escribiendo este texto he recordado una de las últimas irrupciones mediáticas de Sió. En el derbi entre Barça y Real Madrid de 7 de marzo de 1992 los espectadores de televisión vieron sorprendidos la presencia de una chica desnuda en la grada. Las cámaras se recrearon, claro. Tras el número estaba Sió, por entonces preparando un libro de fotografías, Barcelona Guapa, que consistía en poner chicas bellas y desnudas en lugares emblemáticos de la ciudad. El planificado golpe mediático le salió bien y obtuvo toda la publicidad gratuita que buscaba.


Bola Extra 2: en el siempre bien surtido blog de Joan Navarro hay documentos muy interesantes sobre Enric Sió y Aghardi.



2 comentarios:

  1. Magnífica entrada. La verdad que es una obra tan hija de su época que es difícil analizarla sin tomar en cuenta su contexto. A finales de los años sesenta el arte comienza a reflejar la ruptura sociopolítica y, digamos, se ficcionaliza la desconfianza con el futuro que se asienta en el mundo occidental. Entre el 67 y el 69 Vonnegut publica Matadero Cinco, Philip Roth escribe El lamento de Portnoy, aparece Odisea 2001, la peli de El Planeta de los simios, las novelas de La Fuga de Logan, Bonnie and Clyde... Toda la ficción comienza a experimentar con el futuro, que suele ser un país extraño. ¿Cómo extraer Aghardi de ese contexto? Como bien dices, Odisea 2001 es la referencia ineludible, tanto estructural como filosóficamente. Gloria a Editores de Tebeos por recuperarla.



    Dicho lo cuál... se me hace un poco cuesta arriba pensar en leerla de nuevo :p

    ResponderEliminar
  2. Ausente6610:06 a. m.

    Gracias por el comentario. Es hija de su tiempo, sí. Y hoy debe leerse puesto en contexto y con las antenas conectadas para poder disfrutarse.

    ResponderEliminar