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8.4.13

SUPERCÓMIC ES LA BOMBA



¡Atentos todos! La información que viene a continuación es de suma importancia; diría que incluso vital si les gusta leer sobre cómics tanto como a mí. Por fin tengo en mis manos Supercomic. Mutaciones de la novela gráfica contemporánea (Errata Naturae, 2013). No sólo eso, desde hace unos días que puede comprarse en toda librería que haga gala de criterio y buen gusto. Si la aparición de una recopilación de ensayos sobre cómic como ésta debe llenarnos de alegría, en mi caso alcanza el gozo por ser una de las firmas que escriben en sus páginas. Aún no me he acostumbrado a ver mis textos rodeados de otros que vienen firmados por gente a la que admiro y con la que aprendo. Además, en esta ocasión el libro trata sobre cómic (los anteriores, Una risa nueva y Ven y mira, eran de cine) desde una aproximación transversal, contemporánea, libre y con la vista puesta en el curioso que observa como las librerías se están llenando de novelas gráficas.

El índice de textos de Supercomic es el siguiente:
«Después del cómic. Una introducción», Santiago García.
«La autobiografía en el cómic. Una muy breve introducción a un tema muy extenso, visto desde una bicicleta en marcha», Eddie Campbell.
«Love and Rockets o la cumbre de la ficción seriada», Ana Merino.
«Los fracasos de Chris Ware», David M. Ball.
«La imparable extensión de lo nimio», Raúl Minchinela.
«La memoria gráfica y las sombras del pasado», Daniel Ausente.
«M+M», Mireia Pérez y Max.
«Don Sórdido goes global. Miguel Ángel Martín y las gestiones de la violencia», Eloy Fernández Porta.
«Un zoom para Shintaro Kago», Jordi Costa.
«La escena del crimen. Nuevas aproximaciones al género negro norteamericano», Óscar Palmer.
«Dioses y patria: viñetas políticas en el cómic norteamericano contemporáneo», Pepo Pérez.
«"...yo soy Pagliacci" [el (presunto) sacrificio superheroico y la "mentira" (fundadora) social]», Fernando Castro Flórez.
«Entrevista con Emmanuel Guibert: el hombre tranquilo y las pequeñas cosas», Alberto García Marcos.

Pese a que Supercomic es recién nacido, han ido apareciendo por la red textos en los que se profundiza sobre sus contenidos así como reseñas tras las primeras lecturas.

Quien lo explica mejor que nadie es el coordinador e impulsor, Santiago Gracia, en esta entrada de su blog.
La introducción de Santiago que abre el libro también se puede leer en la web de la editorial. En concreto aquí.
Dos de los autores implicados comentan sus colaboraciones: Oscar Pálmer (aquí) y Pepo Pérez (aquí).
Y también hay publicadas varias reseñas llenas de cariño: la de Miquel A. Pérez-Gómez en La Araña y la de Abel Grau en Infolibre.
Aunque sin duda quien se lleva la palma en el despiece crítico de Supercómic es Gerardo Vilches que ha dedicado tres entradas en su blog The Watcher and the Tower. La primera, general y tan llena de reflexiones que provocó un buen intercambio de tuits con Santiago Garcia y que me anotara un par de ideas y matices que quiero poner por escrito aquí en días futuros. La segunda y la tercera acometen los diferentes textos, uno a uno (¡y dice que lo mío le gusta!).

¡Eso! ¿Y qué hay de lo mío? Bueno, el libro me acaba de llegar y no he podido sumergirme aún en sus páginas. Como ven mi texto lleva un título como muy serio, La memoria gráfica y las sombras del pasado, y es un recorrido personal por el cómic español de los últimos años en el que hablo de una serie de obras que me parecen muy relevantes desde un punto de vista de memoria histórica y social. Cómics que son documento, testimonio o que explican la sociedad de la que emanan... además de ser lecturas estupendas. Lo cierto es que en un primer momento afronté su redacción con ciertas dudas, ya saben ustedes que me gusta ser dicharachero y aportar mi punto de vista. Afortunadamente, recordé un texto que escribí en el blog hace algunos años y que era el punto de partida que necesitaba. A partir de ahí, todo fue muy fácil. ¿Y a qué texto me refiero? Pues a De la bomba como objeto pOp y su anexo Disfraz de echador de bombas. Y es que para reivindicar el poder del cómic contemporáneo es necesario hablar de bombas, dinamitas y petardos.


Mi aportación a Supercómic sigue el siguiente itinerario: Bruguera (y sus bombas), El invierno del dibujante, El soñador, Viaje al corazón de la tormenta, Maus, Persépolis, Las Memorias de Amorós, El artefacto perverso, Paracuellos, Los Profesionales, 36-39 Malos tiempos, Rambla Arriba, Rambla Abajo, Makoki, El Víbora, Cairo, La Noche Más larga, Fin de semana, Un largo silencio, El arte de volar, Eloy, Historias del Barrio, Entretelas, Hermano Lobo y el humor gráfico de la Transición, El Jueves, Reunión, Bohemio pero abstemio, Memorias de un hombre de segunda mano, Yes We Camp: Trazos para una (r)evolución, Fallos de Raccord, Fagocitosis, Revolution Complex y El año de los 4 emperadores.

2 comentarios:

  1. Eclecticman12:38 a. m.

    Pues es cierto que Supercómic es la bomba, y no sólo por las que aparecen en tu artículo, que me ha encantado. El resto tiene un nivel elevadísimo para lo que el mundo editorial suele publicar de crítica de cómic en nuestro territorio e incluso la obra a cuatro manos de Mireia y Max funciona bien no sólo como elemento gráfico (esto no es ninguna sorpresa) sino desde el punto de vista reflexivo en torno a la creación y el autor. Eso sí, me da rabia que no te haya llegado a tiempo una obra que creo que te podría haber dado mucho juego en tu artículo y que acaba de publicar Morsa, Las Pequeñas, de Jesús F. Arellano: escrita y dibujada en 1957, el año en el que transcurre el invierno del dibujante, precursora (dentro de su aparente tono naif) de tantas obras patrias de carácter autobiográfico que van desde Giménez hasta Boldú y que -a pesar de que se publicita como la primera novela gráfica española- yo diría más bien que es una "rara avis", una mezcla de géneros y formas con una personalidad tan singular que la convierten en una obra inclasificable.

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  2. Ausente669:15 a. m.

    Me alegra que te guste el libro. Desconocía la publicación de Las Pequeñas (y su existencia, lo reconozco), así que mil gracias por el aviso. Lo pongo arriba en mi lista de deseos.

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