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8.11.12
CRÓNICAS DE SITGES 2012 (XXXIV): FRANKENWEENIE
Supongo que ayer todos amábamos a Tim Burton del mismo modo que hoy todos le odiamos (al menos un poquito). No es un sentir que se mezcla (amar y odiar al mismo tiempo) sino un camino que parte del uno al otro; quizá odiar sea mucho decir y mejor dejar esa emoción para otros, no sé, para Neil Gaiman. Bueno, va, tampoco. Reservemos el odio para las fuerzas vivas de la sociedad, para amos y políticos, y dejemos en paz a los artistas. A Tim Burton lo amamos antaño porque con películas como Ed Wood lo explicó todo sobre el sentido de la maravilla desde el punto de visto del artista enajenado de la subcultura pOp; y si luego nos dio disgustos, uno tras otro; pero no podemos quejarnos porque, de hecho, con Ed Wood ya nos estaba avisando. He llegado a la conclusión de que Burton no es consciente del desengaño que ha provocado porque sigue fascinado con su cine y es víctima de la misma enfermedad que aquejó a Jesús Franco o, hoy mismo, al Dario Argento de Drácula 3D. La única diferencia es que la industria confía en él y le sigue financiando sus catedrales de gótica y nostalgia. Así, esa inexplicable supervivencia y tenacidad burtoniana podría ir en paralelo a otro fenómeno de nuestros días, a que el espíritu lúdico de la vieja serie Bé pervive en muchos de los desmesurados blockbusters del Hollywood actual, sólo que con más pasta. Demasiado rollo previo para dar la buena noticia: tras demasiado tiempo, Burton vuelve a firmar una película que merece la pena. Se le sigue notando cansado y perdido, pero noto de nuevo esa magia fruto del amor al monstruo y de su mirada abducida por la estética del cuento pOp y siniestro. Quizá hubiera sido demasiada traición hacia sí mismo emborronar el recuerdo de su celebrado mediometraje de 1984 rehaciéndolo alargado y sin sustancia. Bueno, algo puede haber de eso, no lo negaré, pero me inclino más por la sensación de que este Frankenweenie animado es delicioso y sincero, con sus homenajes al Frankenstein de la Universal, a Gamera y a los sea monkeys. ¿Quién puede poner peros a eso? Por otro lado, no está de más recordar que Frankenstein y la idea del hombre creando vida al margen de la divinidad, era un sacrilegio, una ofensa a la fe, que envolvió de polémica viejas adaptaciones (aquí le eliminamos de 13 Rué del Percebe, sin ir más lejos). Hoy, bajo el logo de Disney los niños den vida artificial a sus mascotas muertas. Celebrémoslo con la alegría que merece. Por cierto, la versión en 3D es bastante pobre y no merece la pena.
Un dato que ha muchos se les ha escapado: es la primera película de Tim Burton desde 'El planeta de los simios' donde no aparece acreditada Helena Bonham Carter.
ResponderEliminarA Burton yo creo que lo estropeamos nosotros. De él nos gustó su comprensión y afecto para con el monstruo, que fuera el rarito desnudándose como tal, que se mostrase tan orgulloso en su condición de auténtico marginado de la clase; pero, claro, aunque entonces no supimos preverlo, en realidad estaba requiriendo atención para dejar de serlo, cosa normal, y un día sus plegarias fueron atendidas y le convertimos en cheerleader y ya no hubo quien le bajase del papel. Supongo que en esta peli late aquel espíritu primerizo, pero por alguna razón no consigo sacudirme la pereza para asistir a lo que me huele a última revifada.
ResponderEliminarLo de última revifada he estado a punto de escribirlo, algo así como que me queda la duda si ha gastado en ella sus últimas energías, porque muy sobrado de ellas no anda y eso también se nota.
ResponderEliminarEarl Z. McOons wrote...
ResponderEliminarUn dato que ha muchos se les ha escapado: es la primera película de Tim Burton desde El planeta de los simios donde no aparece acreditada Helena Bonham Carter.
EL mensaje de Earl lo recupero porque Disqus no lo había recogido. Y respecto a lo de Helena... jojojo.... a ver si va a ser esa la explicación.
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