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6.10.12
CRÓNICAS DE SITGES (IV): HOLY MOTORS
Reconozco que a Leo Carax le tenía perdido el rastro, en parte porque hace tiempo que he embrutezido el cine que veo y se me ha desinflado el callo cinéfilo para películas ésta, abocadas a territorios artísticos y visualmente poéticos. Así que me cuesta vencer la pereza porque practicar el funambulismo de la pretensiocidad a menudo ciega a autor. Afortunadamente, no ha sido el caso. Y no lo digo por la película sino por mí como espectador.
Cuando en la rueda de prensa le preguntaron a Angel Sala si podía citar aquella película de Sitges 2012 que iba a impactar por violenta y salvaje, el director del certamen fintó para afirmar que Sitges no programa buscando la provocación, sino que hay gente que se siente provocada. Y luego apuntó que este año si había alguna provocación era este Holy Motors de Carax, pero que era otro tipo de provocación, que era provocación artistica.Durante la proyección, cerca de mí, alguien se revolvió en su butaca y susurro que era una tomadura de pelo. Alguien se sentía provocado, sí, pero en esta ocasión era una minoría y, bravo, yo no estaba en ella. El resto de la sala se debatía entre la fascinación y el entusiasmo; por una vez podía sentir la proximidad de esas emociones.
Tampoco vi tanta provocación, que conste. tampoco ruptura. De entrada,es obvio su canto simbólico y surreal al oficio del actor como expresión física del arte de contar historias. Eso es muy del teatro de vanguardia y tiene ya 100 años por lo menos, pero hay belleza y tampoco se trata exactamente de eso, porque al final la cosa resulta ir más por derramar lágrimas hermosas por el cine, un tipo de cine, que se nos hace viejo y, sobre todo, por lo que supone para el espectador. Así que la cosa al final va sobre quien lo mira, cómo lo mira y que forma tiene: unas limusinas cuyo futuro está negro porque el siglo XXI aboca al turismo utilitario de bajo precio.
En el despiste inicial es vital el impresionante trabajo actoral de Denis Lavant (premio seguro). pocas veces se ha visto algo así. Tan sólo decir que mi amor por Holy Motors se disparo exponencialmente con el pasaje del duende en el cementerio, amenizado con las músicas que el maestro Ifukube compuso para los Godzillas de la Toho. Con cosas así, cómo no iba a rendirme.
¡El regreso de Merde!
ResponderEliminarA mi me hizo ganar puntos que el "padre de familia" escuchara a Sparks en el casette de su viejo Peugeot.
ResponderEliminarOtro apunte musical: ¿estará esta pelicula basada en la canción del grupo barcelonés Astrud, "Hay un Hombre en España que lo hace todo?"