Un par de días me ha durado Los amigos de Eddie Coyle. Dos tardes desatendiendo cualquier tarea u obligación. Me sorprende, hoy, que esta obra maestra de la novela negra permaneciera tan olvidada en nuestro país. Por fortuna, Libros del Asteroide ha salido al rescate, y de esta editorial, encima, me gusta el tacto de sus páginas, el olor de sus libros; así que, bueno, vivíamos felices sin saber que esta novela existía y hoy viviremos más felices habiéndola leído y acudiendo a felices relecturas futuras.
George V. Higgins describe un submundo coral de policías y ladrones (y asesinos a sueldo, conseguidores, traficantes de armas, confidentes) setenteros. Mala gente, los amigos de Eddie, ese epicentro de amargura matrimonial y negro futuro judicial. Perdido en el vigor de los diálogos entiendo perfectamente las referencias a Tarantino, porque está ahí, treinta años antes. Criminales que hablan de sus cosas mientras se dedican a lo suyo, que si mi mujer, que si tengo que ir a comprar pan, que si una cerveza, que si mira que feo ese hare krishna, que si las palomas son como ratas voladoras. Metiendo la gamba, también, sin querer, como nos pasa a todos, diciendo lo que no hay que decir y tejiendo su parte en una telaraña de traiciones en la que sólo el más hijo de puta puede salir beneficiado. Cómo he disfrutado y cómo me ha enganchado. Ya lo advierten en la contraportada Norman Mailer o Elmore Leonard, aunque del rincón del pelota en que se han convertido las contraportadas nunca hay que hacer del todo caso. Ustedes saben. Ahora soy yo el que lo dice: esta es una de mis lecturas recomendadas para este verano, sin duda. Háganse con ella con urgencia y, eso es un aviso, pasen de largo el prólogo de Denis Lahane. Déjenlo mejor para el final. La virginidad siempre es virtud.
Los amigos de Eddie Coyle tuvo adaptación cinematográfica originalmente homónima, aunque aquí se llamó El Confidente (Peter Yates, 1973). La tenía olvidada así que la recupero pese a que sé que es mala cosa eso de leer el libro y ver la peli tan de seguido. La segunda siempre sale algo tocada por la perdida del factor sorpresa, porque sabemos qué va a pasar, así que hay que poner distancia. Y en la distancia resulta evidente que es un peliculón a reivindicar. Tiene esa adusta sequedad setentera, ese technicolor gris y sucio y esa cámara sin tembleques, puesta ahí, en su sitio, dignamente, observando ese ir y venir de Eddie Coyle y quienes le rodean. Gente de mala vida y sin demasiada actitud cool, como tu o como yo, salvando las criminales distancias.
El confidente es una adaptación fiel con alguna variación que, creo, ayuda a no distraerse y a reforzar el carácter terrible de uno de los personajes. Incluso me ha servido para sumar 2 y 2 respecto a un detalle que se me había escapado. Así que bien, vamos, de puta madre. Me imagino viéndola en una sesión doble majestuosa con Asesino Impacable. Buff. Gozo supremo. Ah! Sale Robert Mitchum y ustedes lo saben tan bien como yo: si sale Robert Mitchum es buena. No hay dudas al respecto.
¡Oído cocina! Tomaremos nota; de la peli tengo un recuerdo difuso. Se puede hacer un ciclo setentero con Klute y Yakuza.
ResponderEliminarSaludos.
¡La leche!.
ResponderEliminarDos días tu. Una noche yo. Desde la primera novela que lei de McDonald o los de Charlie Parker, ninguna novela me había dejado tan tirado.
Hablando con un colega: Coyle es Tarantino + Blackexplotation + Peckinpah pero la suma de los sumandos es inferior al resultado. Creo que es porque la novela fluye sola. Salta de capítulo a capítulo de personaje a personaje (nombre/apodo, revés/enevés) tan acojonantemente bien que uno no se cosca de que se han cepillado a uno.
En fin, libro de cabecera.
Muy acertada la adición blaxploitation y peckinpah, ciertamente. La primera quería haberla señalado al redactar el texto, por cierto. En terminos de coralidad de personajes es espectacular.
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