NOMINADOS MEJOR OBRA DE AUTOR ESPAÑOL PUBLICADA EL 2011
Aventuras de un oficinista japonés, de José Domingo (Bang Ediciones)
Sin duda, una de las grandes sorpresas del año por múltiples motivos, entre ellos la originalidad de la propuesta. José Domingo propone la delirante aventura de un oficinista japonés que de regreso a casa se cruzará con sectas satánicas, familias caníbales, yetis, yakuzas y mil y una amenazas más. Tebeo mudo, sin palabras, fascinante en lo visual de su narrativa, en su espíritu de fiesta de lo pOp, en su estilo gráfico. Resumiendo: bello, bonito, divertido y resistente a mil lecturas. Entrevisté a su autor en el Cabaret Elèctric. Aquí el audio.
Dublinés, de Alfonso Zapico (Astiberri Ediciones)
Zapico convierte la biografía de James Joyce en novela gráfica, y nunca mejor dicho. Otro de mis favoritos en esta lista, entre otras cosas porque su lectura me pareció muy interesante y permanecí sumergido en sus páginas de principio a fin, quizá porque desconocía los detalles de la vida del creador de Ulises. También hablé con Alfonso Zapico hace ahora un año.
El Héroe, de David Rubín (Astiberri Ediciones)
¿Qué decir? Rubín es, hoy por hoy, uno de los nombres clave del còmic español y la primera entrega de su reformulación actualizada del mito de Heracles quizá sea la propuesta más espectacular de la lista. Un tebeo que se encomienda a Kirby y a la épica, al dinamismo y a las hostias, pero sin sacrificar por ello la especial sensibilidad con que aborda David sus historias. Estamos todos deseando ver la segunda entrega. También hay audio del Cabaret Elèctric.
Españistán, de Aleix Saló (Ediciones Glénat, ahora Editores de Tebeos, SL)
El tebeo más popular de la lista, si nos atenemos a sus sorprendentes cifras de ventas y a su condición de éxito transmitido boca a boca a través de las redes sociales y entre un público ajeno a los diversos fandom que conforman el cómic español. Resulta difícil negar las virtudes de esta odisea hipotecaria que sirve para describir la tremenda fauna que conforman las fuerzas vivas del estado español que nos llevan a la muerte.
Fagocitosis, de Marcos Prior y Danide (Ediciones Glénat, ahora Editores de Tebeos, SL)
Una maravilla a la que ya dediqué una entrada. Poco más que añadir a eso y sólo insistir en que aúna grafismo pOp y actitud subversiva, mezcla que desgraciadamente no es tan común como debiera en el tebeo español. Es uno de mis favoritos, y también tuvo entrevista en directo.
Historias del barrio, de Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí (Astiberri Ediciones)
Otro de mis favoritos y uno de los títulos más indiscutibles del año. El ilustrador Gabi Beltrán relata su compleja adolescencia como hijo del Barrio Chino de Palma de Mallorca. Relato autobiográfico e historia de quinquis, también es la crónica de un superviviente de nuestro lumpen marginal con la enorme virtud de no caer nunca en el juicio moral o ejemplarizante. Ayuda mucho a ello que cediera los lápices a un Seguí en lo más alto de su carrera que se muestra versátil en lo gráfico.
La muchacha salvaje, de Mireia Pérez (Ediciones Sins Entido)
La única mujer entre los veinte le corresponde a Mireia Pérez. Un poco triste verla tan sola. Mireia se encomienda a Sfar para explicar la historia de una hembra primitiva que se siente atraída por la pintura rupestre y por la caza, actividad en principio reservada a los varones. Convertida en bicho raro iniciará un peregrinaje que alcanza su mejor momento cuando decide inquietar al lector masculino que carece de la genética del macho alfa.
La protectora, de Keko (Edicions de Ponent)
Keko es uno de nuestros mayores talentos gráficos. Con La protectora se adentra en la arriesgada tarea de continuar una obra maestra de la literatura como es Otra vuelta de tuerca de Henry James, pieza clave en lo que a historias de fantasmas se refiere. Relato extraño dominado por su oscuridad gráfica, donde el blanco y negro es más negro que nunca por voluntad propia, que homenajea el grabado añejo y juega con el simbolismo de la palabra escrita. Seguramente el tebeo más complejo y experimental de la lista.
La saga de Atlas & Axis, de Pau (Dibbuks)
Hace tiempo que Pau tiene pendiente con el cómic español realizar ese gran tebeo que sabemos que llegará algún día. La dualidad entre su grafismo de dibujos animados y su gusto por el metalenguaje se inclina aquí por lo primero y aleja lo segundo. En apariencia, una aventura de espíritu juvenil protagonizada por animales antropomórficos en un épico pasado medieval. En la práctica, una epopeya sobre el viaje de dos supervivientes que buscando a los suyos alcanzarán el sentido de la venganza. Ese contraste final resulta impactante y muy interesante, aunque no sea para mí el mejor de los tebeos de esta lista.
Memorias de un hombre en pijama, de Paco Roca (Astiberri Ediciones)
No podía faltar Paco Roca en la lista anual, y en esta ocasión con la recopilación de las historietas que publicadas en la prensa valenciana y donde ofrece una simpática y dicharachera crónica costumbrista a partir de su autoretrato como artista despistado. Anécdotas, conflictos de pareja y Paco Roca convertido en entrañable personaje de tebeo. También tiene su audio con entrevista.
NOMINADOS MEJOR OBRA ESTRANJERA PUBLICADA EN ESPAÑA EL 2011
Arzak el vigilante, de Moebius (Norma Editorial)
Como ya dije en una de las entradas que dediqué a Moebius con motivo de su muerte, me sorprendió mucho esta nominación. A ver, es un Moebius puro recuperando a uno de sus personajes clásicos, y gráficamente resulta exultante, pero aún así uno se habría inclinado por el fascinante, revelador y póstumo Inside Moebius.
Cinco mil kilómetros por segundo, de Manuele Fior (Ediciones Sins Entido)
No podía faltar una de las novelas gráficas europeas más premiadas del pasado año. Con sus hermosas acuarelas dando esplendor gráfico, Fior nos relata una historia de amor juvenil y de desencantado reencuentro adulto, y lo hace de manera brillante poniéndose en manos de la elipsis y de tremendos saltos geográficos y temporales. Esa es la gracia, la de cómo resultar emocionante dejando de lado el relato de los momentos clave de un triángulo de amores rotos y evocando esas relaciones cuando sus personajes están solos y alejados, lamiendo sus heridas; y lo cierto es que ahí resulta bastante brillante.
Crónicas de Jerusalén, de Guy Delisle (Astiberri Ediciones)
Lo único malo que puede decirse de esta enorme novela gráfica es que ya sabemos lo bueno que es Delisle con sus crónicas de viajes. Y eso no es malo porque supone para el lector ponerse en manos de un maestro. Delisle combina sus anécdotas personales como padre al cuidado de su retoño mientras la esposa trabaja en una ONG con el descubrimiento, paso a paso, de una ciudad tan cargada de historia y conflicto como es Jerusalén, ciudad santa para tres religiones. Es cierto que puestos a relatar el conflicto entre palestinos e israelíes poco se puede competir con Joe Sacco, pero es que tampoco creo que Delisle pretendiera una denuncia tan brutal porque eso choca con su forma de afrontar sus experiencias en países sometidos a la violencia política y social. Yo he disfrutado mucho con este cómic y he aprendido un montón de cosas que desconocía.
El pequeño Christian, de Blutch (Norma Editorial)
Uno de mis tebeos favoritos de la lista, ya le dediqué una entrada al respecto. Poco más que decir. Me hizo reír mucho en su primera parte y me pareció estupendo cuando luego acude a los iconos de la masculinidad para relatar el fin de la infancia y el descubrimiento del universo femenino.
Frank, de Jim Woodring (Fulgencio Pimentel Ediciones)
Otro de mis favoritos y de nuevo me encomiendo a lo ya escrito aquí. Tan sólo anotar que en mi caso es la lectura más estimulante de todas las aquí comentadas.
Habibi, de Craig Thompson (Astiberri Ediciones)
Pertenezco al grupo que puso reparos al Blankets de Thompson por lo que supone de pornografía sentimental. Me pareció muy interesante en el aspecto religioso pero me molestó su blandura en el relato del primer amor adolescente. Habibi es otra cosa, una obra monumental e impresionante, extraña por sumergirse tan de lleno en el orientalismo estético y narrativo, en su indagación de los textos sagrados del Islam. Aunque no sea el mejor de los tebeos aquí apuntados es innegable que resulta fascinante. Y dio pié a uno de los mejores análisis sobre cómic que he leído este año.
Pagando por ello, de Chester Brown (Ediciones La Cúpula)
Otra de las obras maestras que nos ha regalado el 2011, ya comentada por aquí. A Chester Brown no le importa retratarse como tipo extraño, robótico y compulsivo para defender la prostitución a partir de su experiencia personal como usuario del sexo por dinero. Trasciende la autobiografía más desnuda y alternativa para convertirse en documento testimonial de lectura imprescindible para abordar tan polémico tema.
Polina, de Bastien Vivès (Diábolo Ediciones)
Hablaba de Vivès no hace pocos días, alabando sus Melones de la Ira. Polina es su novela gráfica más ambiciosa hasta la fecha, aunque quizá resulte más artificiosa que algunos brillantes títulos anteriores. Su interés por el relato del desamor y el estudio del movimiento en la anatomía femenina, que son sus constantes, se ponen aquí al servicio de la vida de una bailarina clásica, desde la infancia hasta la madurez, marcada por el sacrificio a todos los niveles y por la presencia de un duro profesor, frío y exigente, que acaba resultando una sombra de tristeza. Es un relato más duro de lo que aparenta y la verdad es que su lectura me atrapó de principio a fin, así que nada que objetar.
Quai d’Orsay, de Abel Lanzac y Christophe Blain (Norma Editorial)
Otro título ya comentado en este blog, y que no esperaba ver en la lista. No es el mejor Blain, es cierto, pero me pareció muy interesante, y brillante en lo gráfico.
Tóxico, de Charles Burns (Random House Mondadori)
Para acabar, otro maestro fascinante. Lo malo de Tóxico es que es una primera entrega, que abre muchas puertas sin cerrar ninguna. Eso podría ser malo, sí, pero coño, que esto es Burns y pocos autores hay capaces de sacudir al lector con su universo personal lleno de imágenes inquietantes. Están sus temas habituales: la malformación, lo extraño, el cambio hormonal como química de lo insano; y además se pone en manos de Tintín acudiendo a su tupé de línea clara como símbolo de algo, aún no sabemos qué, y a la fascinación del uso de los objetos que hacía Hergé. Convertir en huevo la seta de La estrella misteriosa es mucho más que un recurso gráfico.
Para acabar, tan sólo mencionar que en esta lista de nominados encuentro a faltar alguno de los tebeos que más me gustaron el año pasado. El coche de Intisar de Nacho Casanova y Pedro Riera, por ejemplo. O la segunda entrega de La vida privada de los jóvenes de Satouf (ausencia que me sorprende sobremanera). O Todo el mundo es imbécil menos yo de Bagge (para mí lo mejor que hacho desde Odio). Y entiendo que no esté la mejor lectura del 2011, el Four Color Fear, antología de los horrores precode al que su naturaleza de recuperación de un pasado fascinante le resta muchos puntos en una selección de nominados a premio. Quizá crear algún premio del tipo Patrimonio como hay en Angouleme no estaría mal.
Grande fumettos di putannas! y grande cinema di putanas!
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