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27.3.11

EL CAMINO DEL MANGAKA



Tras las tres primeras entregas, Bakuman me tiene enganchado y sorprendido. No me lo esperaba. Supongo que es producto del encontronazo que supone su trama, donde lo comercial, lo inaudito y lo divulgativo se funden con naturalidad y ritmo. No me lo explico, o sí, pero ahí estoy aplaudiendo. Veamos. La cosa va de dos adolescentes que quieren ser autores profesionales de manga y sus autores no sólo quieren explicar esa historia, sino convertirla en una de las series de más éxito de la revista Shonen Jump, la más importante del mercado nipón. A priori, eso supone sacrificios, y marcar distancias con la excepcional Una vida errante de Tatsumi, que vendría a explicar lo mismo desde un punto de vista adulto y como autobiografía de un maestro del manga que quiso apartarse del mainstream y buscar ser autor. En Bakuman tenemos a Obata y Ohba, responsables de un brutal éxito de ventas y culto: Death Note. El dúo afronta el reto de seguir en lo más alto de los gustos populares con la historia de dos jóvenes que quieren ser autores de manga. A mí me parece una decisión arriesgada, y más cuando se viene de triunfar con una historia de suspense y fantasía sobre un cuaderno maldito que condena a quienes ven su nombre escrito en él. Ahí estaban mis dudas iniciales: si Bakuman ha sido respaldada con el éxito e incluso tiene un animé, sería víctima de buscar lo comercial y agradar a los jóvenes lectores de Shonen Jump. Sin duda, es así, pero también es mucho más que eso, y está facturado con una gracia tremenda. Pura alquimia. Por un lado, la odisea de los dos adolescentes se toma como si fuera una aventura de acción en la que se van superando duros niveles (pruebas, concursos, estrenos, rivales, sacrificios). Por otro, hay una importante subtrama de amor adolescente imposible, absolutamente cursi, en el que uno de los muchachos jura amor casto y puro a su prometida, condenándose a ni siquiera besarla hasta que ver cumplidos sus sueños (ser mangaka uno, ser actriz de doblaje de anime la otra). A ello hay que añadir una descripción muy detallada del funcionamiento de una gran editorial de manga, de la dureza de la industria, de los pormenores editoriales del mainstream japonés. Todo este mejunje podría ser un gran desastre, pero es todo lo contrario y se cohesiona con gracia absoluta, sin que nada chirríe. A ratos muestra una seriedad tremenda (es un manga generoso en texto, por ejemplo) sin perder la emoción propia de la comedia teenager que es. Algo sorprendente, ya les digo, y que me tiene ganado.

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