"Son jóvenes de 17 años a los que les dan píldoras alucinógenas con las bebidas, la leche, o el Nescafé"
Documento audiovisual anexo aportado por la defensa de Gadafi:
"Son jóvenes de 17 años a los que les dan píldoras alucinógenas con las bebidas, la leche, o el Nescafé"
“Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer. Lot estaba sentado a la entrada del pueblo. Apenas los vio, salió a su encuentro, se arrodilló inclinándose profundamente, y les dijo:Génesis, Capítulo 19, Versículos 1 a 11
«Señores míos, les ruego que vengan a la casa de este siervo suyo a pasar la noche. Se lavarán los pies, descansarán y mañana, al amanecer, podrán seguir su camino.»
Ellos le respondieron:
«No, pasaremos la noche en la plaza.»
Pero él insistió tanto, que lo siguieron a su casa, y les preparó comida. Hizo panes sin levadura y comieron. Y antes que se acostasen, cercaron la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo; llamaron a Lot y le dijeron:
«¿Dónde están esos hombres que llegaron a tu casa esta noche? Mándanoslos afuera, para que abusemos de ellos.»
Lot salió de la casa y se dirigió hacia ellos, cerrando la puerta detrás de sí, y les dijo:
«Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. Miren, tengo dos hijas que todavía no han conocido varón; Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad.»
Pero ellos le respondieron:
«¡Quítate del medio!"
Los orígenes del Paralelo son, pues, los de una feria instalada en unos descampados, donde unos concejales, pródigos, izaron unos voltaicos. Inmediata a la ciudad popular, tuvo un público permanente, y los barracones trashumantes se convirtieron en sedentarios, constituyendo su núcleo primitivo.
Viendo que los barracones de monstruos y figuras de cera constituían un negocio, pensó en aprovechar aquella adhesión del pueblo a lo patético, el verdugo de Barcelona, Nicomedes Méndez, montando algo análogo. Al verdugo, se le había ocurrido:
Primero.- Construir un barracón en el Paralelo, con el rótulo: «Palacio de las Ejecuciones».
Segundo.- Fijar, en un cuadro, su título de verdugo, y al lado, el retrato y la partida de nacimiento.
Tercero.- Dentro del barracón y ante el público se elevaría un patíbulo, al que se subiría por una escalera.
Cuarto.- Aparecerían Nicomedes Méndez y su ayudante, o sea «el estira cordetes».
Quinto.- Sentarían en el banquillo de los ajusticiados, dos muñecos de cera, trajeados con las ropas, uno de hombre y otro de mujer. Otro muñeco de cera, el sacerdote, sosteniendo el Crucifijo;
Y Sexto. - El verdugo, el propio Nicomedes Méndez, explicaría todo cuanto precede a la ejecución. Después de agarrotar al muñeco número 1, a la mujer, sin duda por galantería, procedería al agarrotamiento del número 2, el hombre, atándolos al banquillo no con cuerdas, que ya no las usaba desde 1894, sino con correas.
Solicitó el verdugo, oficialmente, permiso para actuar como atracción, y no le fué concedido. Entonces, enardecido, se trasladó a la taberna de «Can Ramón», que estaba casi a la entrada de la calle de Vila y Vilá, también en el Paralelo, para dar una conferencia, y entre trago y trago contó anécdotas de procesos y de reos. A su lado, tomando notas, estaba Luis Figuerola, el periodista que, más tarde, las aprovecharía para artículos retrospectivos.
Nicomedes Méndez, narró, especialmente, episodios de sus últimos ajusticiados, Isidro Mompart, en 1891, Peinador, en 1892, Santiago Salvador, en 1894, y Silvestre Lluís, en 1896. Estas fueron sus postreras ejecuciones públicas, en el Patio de los Cordeleros, contiguo a la vieja Cárcel de mujeres, un poco más abajo del Olimpia, en la Ronda de San Pablo, inmediata al Paralelo, y aun Paralelo, si se quiere.
Monpart, que tenía 21 años, había asesinado a unos niños, a una mujer, para robarla, y a una anciana, pocas horas después, saciándose sobre ella. Un monstruo. Al ir a ser sacado de la capilla, el Abogado logró que la comitiva no se pusiera en camino, durante una hora, alegando que el reo no vestía la ropa reglamentaria. La llevaba amarilla, color destinado a los parricidas, y decía Méndez:«Como no se hallaba en condiciones, tuvo que ser devuelto a la capilla. El Abogado confiaba en la posibilidad de un indulto, ganando tiempo, indulto imposible, que no llegó, pero la ropa sí, hallada en la misma calle de Amalia. Como se estaba en enero, y a punto de empezar los bailes de Carnaval, en las prenderías se alquilaban dominós, y el empleado de la cárcel adquirió uno, negro con ribete rosa. Se procedió a aliviar el negro del rosa, se echó el dominó sobre el reo, prendiendo con imperdibles los pliegues, y cumplida la ley, satisfecho el defensor, marchó el reo hacia el garrote, con un dominó de baile de máscaras.»Esto, contado por el verdugo en su conferencia tabernaria, y que parece un cuento cruel, de Villiers de l'Isle Adam, es cierto. Lo hallará el lector más minucioso y patético, en el tomo primero de las Obras Completas de Don José Ixart, testigo de aquellos dramas carcelarios, por su misión cristiana, como lo era, además, por la profana, de los teatrales.
En aquella conferencia, la primera que se dió en el Paralelo, que no fué anunciada pero si pública, ya que tuvo por tribuna una taberna, Nicomedes Méndez, enumeró las penúltimas frases de los ajusticiados, porque las últimas, todas vulgares, las reservaban para el momento supremo. Al ir Méndez a pedir perdón al reo Peinador, éste le respondió: -«¿Perdón? ¡Si que estás de ullera!»-. Santiago Salvador, el anarquista que arrojó en el Liceo dos bombas, el 7 de noviembre de 1893, le aconsejaba, en la capilla, que dejase el oficio y se dedicara a profesión más limpia. De Silvestre Lluís, el último ejecutado públicamente, en 1896, presunto autor del crimen de la calle del Parlamento, aun recordado, nunca creyó Nicomedes Méndez que fuese el asesino:«Yo sé cómo suenan las voces de los reos en los últimos momentos, cuando dicen verdad y cuando siguen mintiendo, y la voz de Silvestre Lluís, insistiendo en su inocencia, sonaba a verdad».Así iba destrenzando el verdugo de Barcelona, en aquella taberna del Paralelo, sus recuerdos de cuando se celebraban las ejecuciones al aire libre, en el «Patio de los Cordeleros», a las que acudía un gran gentío. A una de ellas, la del Peinador, la pintó Ramón Casas. El cuadro, premiado en la Exposición de Madrid, se llamaba «Garrote Vil», modificándosele por el de «Pena capital», al ser adquirido por el Museo de Arte Moderno. Tomó el apunte, Ramón Casas, subido en la techumbre de una conductora, que salía de la calle de Tapiolas, que también es Paralelo, y se dirigía a la Ronda de San Pablo, estacionándose frente al «Patio de los Cordeleros». Destacado, llevaba un letrero: «Al patibulo por dos reales».
¿Por qué no se permitió a Nicomedes Méndez la apertura de su barraca, con la parodia de los ajusticiamientos? La ejemplaridad de la pena de muerte hubiera tenido una eficacia cotidiana, reforzada con la práctica argumentación del verdugo. Los padres tenían, a veces, que esperar un año entero para llevar a sus hijos ante el garrote y darles, en el momento de actuar la argolla una bofetada «para que se acordasen». La densidad del gentío, la distancia, las tapias del «Patio de los Cordeleros», impedían, frecuentemente, que los niños observaran el aleccionamiento del cadalso, mientras que en el barracón patibulario, a cualquier hora y a un metro de distancia, el muñeco de cera ajusticiado se fijaría en la memoria infantil, como una advertencia suprema. ¿No hay en algunas viejas ciudades nórdicas un «Museo de los Suplicios», donde se exhiben tajos, mandobles, horcas y ruedas torturadoras, más con ánimo docente, cierto, que con el de intimidación? La exhibición del verdugo barcelonés, colocada en nuestro Paralelo, hubiera advertido que cuando los hombres se desmandan gravemente pueden tropezar con el patíbulo, y así, aquello que parecía aprovechamiento deshonesto de una función patética, pero necesaria, podía elevarse a categoría de barracón de utilidad pública. Con la parodia, Nicomedes Méndez perfeccionaría su arte en vez de aprovechar la prohibición para acomodarse en una taberna, convirtiendo su misión terrible, pero social, en vanidad, y dando, entre botellas, un mal ejemplo que desvirtuaba el bueno, el que ofrecía en el «Patio de los Cordeleros».
El Ayuntamiento decidió abrir una avenida que enlazara el final de la Gran Vía con el Puerto y que fuera la comunicación tangental de éste con Hostafrancs (...) y hacia 1894, se inauguró, oficialmente, la ancha calle del Marqués del Duero, y lo primero que instaló el Ayuntamiento fueron los voltaicos. Inesperadas anticipaciones de unos concejales, actuando, involuntariamente, de augures. No los tristes mecheros de gas de los suburbios, o de los barrios sin palpitaciones, sino los voltaicos, con los que venía alumbrándose Barcelona desde la Exposición de 1888. En aquellos voltaicos de un arrabal desierto había ya un presentimiento del Paralelo trepidante y luminoso. (...) Las últimas tinieblas del futuro Paralelo fueron rotas por los voltaicos, luz de teatro y de café, luz de ciudad.Extracto de Biografía del Paralelo: 1894-1934 de Luis Cabañas (Ed. Memphis, Barcelona, 1945). El lugar donde se hallaba el Teatro Circo Español fue ocupado, en los 80s, por la discoteca Studio 54. La barraca de circo de enfrente fue luego el Teatro Apolo, que también tenía anexo un mítico parque de atracciones.
En 1892 se creó la Comisión de Ensanche, y, en un principio, se propuso abrir unas vías porticadas que circundaran la ciudad. (...) Entretanto, construíanse cubiertos provisionales, barracones destinados a espectáculos ínfimos, tabernas, figones y aguaduchos.
En las tabernas se abrían las cazuelas de sardinas en escabeche (...). Por los aguaduchos, se servían americanas, dátiles con menta o rosa, rosquillas y «carquinyolis›› (...). Y en los bebederos, aguardiente, ron, anís escarchado y caña legítima de La Habana. Vendían diez céntimos de cigarrillos, “caliqueños” y cajas de cerillas de a cinco, con reproducciones de escenas de «La Verbena de la Paloma» o de «El Dúo de la Africana», dibujos alusivos al submarino Peral y retratos de las faunas taurinas de entonces (...).
No faltaban churreros, cacahueteros, naranjeros, meloneros, «el de los torraos», ni, en verano, los «helados del Chaumet», con su carretón blanqueado y pulido: ¡mantecao helao! En aquellos inicios (...) afluían los charlatanes, exaltando el «ungüento maravilloso de la ballena de los Pirineos», o, como el «Noi de Tona», dentista y sacamuelas, el «Elixir Geraldine», en homenaje a la «Bella Geraldine», que se exhibía en el trapecio del «Circo Alegría», en la Plaza de Cataluña, tan llena de barracones como el incipiente Paralelo. Recordamos a un charlatán, preconizador de un callicida, golpeando el retrato del inventor del específico: "Este, este es el sabio norteamericano descubridor del maravilloso callicida..." El charlatán seguía dando punterazos al cartelón, en donde aparecía como sabio norteamericano, destructor de callos y duricias, el compositor Rossini, con su caraza burlona y bonachona.
El primer edificio que empezó a construirse, hacia 1895, fué el Teatro Circo Español. Después, llegaron fenómenos, figuras de cera y roulottes, con hércules, payasos y titiriteros, que se decían artistas internacionales y lo eran, porque aun requiriendo ciertos ejercicios, la soltura italiana, la frialdad (flema) inglesa o la tenacidad alemana, los artistas circenses son internacionales por nacimiento fortuito, cruces alambreados, viajes permanentes, mundo puramente gimnástico, porque en los payasos predominaba más, entonces, la mímica que la agudeza. Unos llegaban en carro de saltimbanquis y otros se exhibían en circos de barracones.
Frente al Español, en construcción, se colocó un circo, como los de feria, hecho con trapos, y tablones por gradas, y alumbrado de acetileno. Lo original estribaba en que, en él, sólo trabajaba una buena señora que pasaba la maroma, exhibía perros amaestrados y cantaba un cuplé francés, en un escenario que tenía dos metros de anchura. Cantaba sin el acompañamiento de un triste piano y llevaba un traje verde con lentejuelas. (...) Desde los barracones, los reclamos se lanzaban a grandes voces, o aparecían en las pizarras anuncios o avisos, con un gran sabor grotesco. Una vez, leímos esto:"Se vende, por causa de salud, un soberbio fenómeno, elegante, muy limpio y manso, en plena libertad. Muy propio para diversiones familiares."Se trataba de un viejo cerdo amaestrado y achacoso. Otro anuncio decía:"Se enseña un buey que tiene la cabeza de bulldog, la cola de oso y la pata de cerdo. Apacible y amaestrado, es además hermafrodita."La gente se embobaba ante aquellos barracones, iluminados con acetileno. El director solía aparecer con una grasienta y zurcida levita y una abollada chistera, embutidas las piernas en pantalón de dril y calzado con alpargatas. Junto a la visión absurda de los fenómenos y la pintoresca de los saltimbanquis, no tardaron en instalarse las quirománticas, echadoras de cartas, ocultistas, astrólogos y una mujer muy gorda, «Madame Sphinx», que adivinaba el porvenir, por nebuloso que fuese. Acudía la gente, sobre todo los sábados y las tardes domingueras, y comenzó a hablarse de que se iba a inaugurar un Cinematógrafo Napoleón. con precios asequibles, a quince céntimos. y no a real la entrada, y a dos la silla, como en el Cinematógrafo de la Rambla de Santa Mónica. Lo moderno y lo maravilloso, a quince céntimos. El Paralelo tenía ya sus leyes económicas.
"Los abajo firmantes queremos expresar nuestra indignación y repudio al artificial escándalo mediático tejido contra el cineasta cántabro Nacho Vigalondo respecto a un chiste supuestamente antisemita o negacionista transmitido en la red social Twitter. Del mismo modo, deseamos mostrar nuestro apoyo solidario a Vigalondo frente a las desmesuradas consecuencias profesionales y personales que tal distorsión mediática le han reportado.Continúa leyendo y firma, si asi lo consideras, aquí.
Dicha manipulación mediática ha supuesto para Vigalondo el cierre del blog que mantenía para la versión digital de El País, así como el cese en la difusión de la campaña de publicidad que había realizado para la edición en iPad del mismo periódico."
El Paralelo ha tenido por padrino a un astrónomo y por padres a unos taberneros. Pequeña historia científica y casera, indicadora de que todo esté escrito en las estrellas. El padrino se llamaba don José Comas y Solá, director del Observatorio Astronómico del Tibidabo. El nombre del padre, no lo recordamos. El de la madre, si. Se llamaba Ramona y era cocinera. Cocinera de Comas y Solá, moza guapa y emprendedora, novia formal del dependiente de una tienda de vinos de la barriada del Pueblo Seco. En las conversaciones del noviazgo, más prácticas que sentimentales, de pareja que piensa en el hogar permanente y en los hijos venideros más que en los besos efímeros, pensaron en adquirir, por traspaso, una taberna situada en la calle del Marqués del Duero, cercana a la del Rosal, por la que pedían quinientas pesetas y en la que él, competente en vinos y ella en guisos podrían hallar un buen negocio. Ni él, ni ella, tenían más ahorros que los precisos para compra de ropa de boda y gastos matrimoniales; pero Comas y Solá, que recibía las confidencias de la cocinera, les ofreció las quinientas pesetas, imponiendo como única condición que aquella taberna, en lo sucesivo, se llamaría «El Paralelo».Extracto de Biografía del Paralelo: 1894-1934 de Luis Cabañas (Ed. Memphis, Barcelona, 1945). Me encanta la historia que cuenta, con esa mezcla de científicos decimonónicos a la búsqueda del Paralelo y de sabiduría popular que no permite que las calles lleven otros nombres oficiales.
—¿«El Paralelo»? — preguntaron, atónitos, los novios.
Comas y Solá, benévolo, les explicó el significado de aquel nombre, que ellos juzgaban excesivamente estrafalario para una taberna popular, demostrándoles que un mostrador con vasos de vino y copas de anís podía ser un tributo a la ciencia, aun cuando llegase retrasado y sólo él, Comas y Solá, supiera el secreto:
—En 1792, un geómetra, llamado Mechain, vino a Barcelona — les dijo —, para la medición del arco del meridiano desde Dunkerque a nuestra ciudad. Con Mechain, llegaron otros sabios, el físico Delambre, los astrónomos y geodestas españoles, Clavijo y Peñalver, y con ellos, Arezula, el enciclopedista catalano-aragonés, adepto muy estimado de Lavoisier, y en fin, sus amigos Chaptal, de Montpellier, y Reboul, de Toulouse. Al término de aquellos trabajos, se estableció el círculo paralelo al ecuador, número 41 grados, 44 segundos, que pasa por la calle del Marqués del Duero. Perdonadme esta explicación, que juzgaba necesaria. Quiero decir que, geográficamente, vuestro barrio es el Paralelo. ¿Por qué, pues, no recoger y adoptar ese nombre para vuestra taberna?
Los novios se miraron interrogadores. ¿Qué importaba el nombre? La cuestión estaba en la taberna, los brazos de él y la cocina de la Ramona. ¿No daba el dinero el señor Comas y Solá? Pues tenía derecho a bautizarla. Y así fue, y un día apareció, en ella, un rótulo flamante que decía: «El Paralelo», nombre que fué cundiendo por el barrio, pasada la extrañeza primera.
—Nos encontraremos en el Paralelo.
—Almorzaremos en el Paralelo.
—La Ramona, del Paralelo, hace un conejo con ali-oli (ajiaceite) sabrosísimo.
Paralelo, por aquí; Paralelo, por allá. Y cuando circularon por la Avenida del Marqués del Duero, los tranvías de caballos, de Sans al Puerto, se oía a los viajeros:
—¡Cochero! Párese ante la taberna.
—¿Cuál?
—La del Paralelo.
Al llegar frente a la taberna de la Ramona, el cochero frenaba las mulas. Ocurriendo esto con frecuencia, el Paralelo se fue transformando en parada y en aquellos doscientos metros, la Avenida perdió su nombre oficial, para no ser más que el «Paralelo», y ya para siempre.
Esto no lo narra ningún libro, ni ninguna crónica. Tal vez sea la primera vez que se escribe. Nos lo contó aquel gran barcelonés que se llamó José María Pascual, redactor de la vieja «Publicidad», íntimo de Comas y Solá, en cuya casa presenció el noviazgo de la cocinera Ramona y el bautizo de su taberna. Debiera buscarse el lugar donde estuvo abierta la taberna patronímica y poner en ella la lápida natalicia del Paralelo, con los nombres de Comas y Solá y de aquellos taberneros que, además del vino, bautizaron un barrio. Después de Amilcar Barca, padre de la ciudad, nadie tuvo más fuerza nominativa en Barcelona que el astrónomo del Tibidabo y su cocinera.
20 febrero 1885
Denegóse el permiso solicitado para levantar un entoldado en la plaza de Cataluña, al objeto de exponer al público figuras de cera.
Anoche, á las once, fue conducido al Juzgado un sujeto, que fue detenido en el acto de estar robando un candelabro del Museo de figuras de cera de la plaza de Cataluña.13 abril 1885
GRAN MUSEO DE FIGURAS DE CERA. HISTÓRICO Y ANATÓMICO.-(Unico en su clase).- Es el mejor y más grande que viaja por Europa, nuevo en esta capital, esta abierto todos los días, desde las 6 á las 10 de la noche; los días festivos desde las 3. Calle Hospital 101, entrada al histórico un real.1 de enero de 1886
Llama la atención en la calle del Hospital, núm. 101, bajos, un gran museo de figuras de cera, histórico y anatómico. En verdad que son notabilísimas las figuras expuestas, notándose entre ellas, el general Concha, Guillermo de Prusia, don Juan Prim, Alfonso XII, Gambetta, etc., y varios grupos. La parte anatómica es también digna de ser visitada.4 enero de 1886
Ayer á las cuatro de la tarde se inició un incendio en la galería de figuras de cera inmediata al teatro Tívoli. El fuego pudo ser dominado con rapidez, y evitándose asi consecuencias siempre lamentables.4 febrero 1889
Don Mariano Belio ha pedido permiso para instalar en la plaza de Cataluña, junto al Circo Ecuestre, un pabellón que contendrá un Museo de figuras de cera. 13 abril 18889 mayo 1888
Quedaron sobre la mesa dos dictámenes de la Comisión de fomento, emitidos en virtud de peticiones do particulares para construir en la calle de Fontanellas, próxima á la plaza de Cataluña un edificio que tendría en su planta baja restaurant, y otro en que se solicitaba el permiso para construir un pabellón al lado del Circo Ecuestre, destinado á exhibir figuras de cera.
Esta mañana ha habido una explosión de gas en el pabellón de figuras de cera que se exhibe en la Plaza de Cataluña junto al Circo Ecuestre. Al oir la fuerte detonación han acudido al sitio de la explosión los dependientes de la casa, los del Circo Ecuestre y los guardias municipales que prestan servicio en la referida plaza, logrando sofocar á los pocos momentos el fuego que se produjo á consecuencia de la explosión. El techo que sirve de entrada á la galería se ha desplomado, quemándose algunas figuras y varios objetos, sin que afortunadamente haya que lamentar desgracias personales.11 octubre 1888
En el Congreso de Dermatología y Sifiligrafía que se ha celebrado en París, España ha estado representada por los doctores Olavide y Castelo (padre e hijo.) Ei señor Olavide fue nombrado presidente de la sección de Dermartología; don Eusebio Castelo de la de Sifiligrafía, y don Fernando Castelo, secretario del Congreso. Han sido muy elogiadas las figuras en cera representando enfermedades especiales de las asistidas en el hospital de San Juan de Dios.19 agosto 1889
Se halla muy adelantado el derribo del edificio donde se hallaba el café de Novedades, en el sitio que ocupaba el teatro del mismo nombre. Igualmente se están derribando todos los barracones donde se exhibían acróbatas, figuras de cera, etc., en aquel mismo local.11 enero 1890
Loa dueños de las figuras de cera instaladas en la Puerta de la Paz, cederán a beneficio de la suscripción nacional lo que se recaude por entradas mañana jueves, interviniendo en la recaudación empleados del municipio.25 mayo 1898
El incendio de esta madrugada15 junio 1898
A las dos y media de la madrugada sorprendió á los trasnochadores el tinte rojizo, semejante á una aurora boreal, que coloreaba las nubes que se cernían sobre Barcelona. El no oírse los pitos de auxilio hizo creer á algunos que se trataba del curioso fenómeno natural, pero á poco los silbatos anunciaron que se trataba de un incendio en el cuarto distrito, haciendo presumir la dirección que sería en el puerto y formándose diversas cabalas. El fuego fué en el Panorama de Figuras de Cera que don Mariano Belio tenia establecido en la plaza de la Paz.
El incendio se originó á las dos y media, eaando el encargado de la exposición, Martin del Olmo y Barbero, fue á apagar la luz eléctrica. De la liare, según versión que recogimos allí, saltó una chispa que desgraciadamente prendió en un cuadrito (así decía el dependiente, pero no comprendimos lo que quería decir) que el dependiente llevaba en la mano. Trató éste de apagar el fuego, pero como se quemara las manos, arrojó el «cuadro» al suelo, propagándose el incendio con la rapidez que puede suponerse en un establecimiento de madera y tela, y lleno de figuras de cera.
Salió á la calle dando voces de socorro, saliendo también en paños menores otro dependiente llamado Blas Mateo, que ya estaba acostado.
Inmediatamente se organizaron los trabajos de extinción, siendo la primera manguera instalada una de las obras del puerto, acudiendo al poco rato los bomberos, pero ya no quedaban más que pavesas. Del edificio no lograron extraerse más que algunas sillas, quemándose todo. Las pérdidas se calculan en unos 25.000 duros.
Los dos empleados fueron asistidos por el médico de guardia de la casa de Socorro de la calle de Barbará, Martín de quemaduras de segando grado en ambas manos y de una espantosa excitación. Estaba desesperado. Blas Mateo también presentaba un gran aplanamiento nervioso, teniendo que administrársele antiespasmódicos.
A las tres y cuarto de la madrugada no quedaba del Panorama más que un montón de cenizas y carbones. miércoles,
Recuerdo que muchos años atrás se exhibió en Barcelona una colección de figuras de cera, que no pasaba de regularilla. Entre ellas había una representando un zuavo herido mortalmente, agonizando sobre un colchón: el rostro lívido, los ojos vidriosos, los labios cárdenos y entreabiertos acusaban la muerte próxima, inevitable; gracias á un mecanismo ingenioso los párpados se cerraban para volverse á abrir y el pecho se levantaba y descendía con fatigosa respiración. Ese zuavo moribundo ejercía en los visitantes una especie de fascinación dolorosa que se retrataba en el silencio de los mirones, en una especie de malestar evidente, y al retirarse el espectador llevaba consigo como un sentimiento de opresión .(El texto original, del que lo de arriba es sólo un fragmento, habla sobre el horror que llega de la Guerra de Cuba a través de las ilustraciones de los corresponsales, pero se plantea que hay formas más contundentes de mostrarlo, como el ejemplo de las figuras de cera que menciona). Jueves 14 de julio de 1898