"La única esperanza de reivindicar la inocencia de Carl depende de que se demuestre que la imagen dejada en la retina muerta constituye una prueba válida. Con este fin, necesita conseguir ojos humanos... buenos ojos... ojos de personas recién muertas. Podría conseguirlos extrayendo los ojos de un cadáver reciente. O bien conseguirlos... en condiciones mejores para tal experimento... ¡seccionando los ojos de un persona viva!"
"Antes de que fuera demasiado tarde, antes de que la pequeña Cathie sufriera el horror de que le arrebataran los ojos, de que su joven cuerpo fuera consumido por la lujuria de los locos degenerados."
"Danny Gans, el pobre chico de pocas luces que solía vagar por el centro del pueblo. (...) Era de tan corta inteligencia que se temía pudiera llegar incluso a ser peligroso. Había empezado a robar y a acosar sexualmente a las chicas, y parecía probable que teminara convirtiéndose en un degenerado sexual. Hicimos planes para ingresarlo en un manicomio."
Tres fragmentos escogidos del relato de
Frederick C. Davis Los hombres topo quieren tus ojos (
The mole man want your eyes), que da título a la antología de relatos sangrientos de la Era Dorada del pulp que
Valdemar ha publicado hace poco, con edición de
Jesús Palacios. El relato en cuestión se publicó en 1938 en
Horror Stories.
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