El 12 de agosto de 1992, el pequeño arsenal nuclear de Inglaterra se descargó sobre Irlanda, Suráfrica y, finalmente, sobre China. Instantáneamente, el planeta estalló en llamas. En la primera mitad del año, al que se llamaría el de la Guerra del 92, la mitad de la población de la Tierra pereció. Los Estados Unidos fueron reducidos a un vasto territorio escasamente poblado -y más grave aún, Texas se había separado de la Unión, y con ella quedarían sus valiosas reservas petrolíferas -. En contraste, Israel, virtualmente indemne en un mundo asolado por la guerra, vivía agobiado por una superpoblación.
Nota ausente: el libro tiene fama de ser uno de los peores de la historia de la ciencia ficción.
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