Con un estilo propio de la portada de un tebeo de terror precode, C.D. Batchelor ganó un Pulitzer en 1937 con esta ilustración crítica con la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial.
Los maquillajes para las dos caracterizaciones más celebradas de Lon Chaney, El Jorobado de Nuestra Señora de París (1923) y El Fantasma de la Ópera (1925), tenían una más que ligera semejanza con los rostros de mutilés de guerre que asolaban Europa y América, con sus rasgos destrozados, narices desgarradas y bocas de dientes rotos.Fragmento del Monster Show de David J. Skal, libro donde el trágico espectáculo de los muchos miles de mutilados de la Primera Guerra Mundial explica parte del éxito (morboso) de las caracterizaciones de Lon Chaney en las salas de cine de los años 20. Otro elemento visual, no citado por Skal, implicado en el éxito de los maquillajes del terror fílmico en el periodo de entreguerras es la máscara de gas.
"¿Sabe lo que hizo la guerra? Adiestrar a una generación de hombres en las armas de fuego. Provocó la oleada de crímenes de los Cincuenta. Los malos volvieron con un par de años de experiencia disparando a la gente. Muchos encontraron la manera de traerse la guerra a casa."Leído en el Fell de Warren Ellis y Ben Templesmith.
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