Tras la dosis de sabiduría femenina de Melinda Gebbie, una galería de horrores publicitarios (casi todos localizados en los baules del livejournal dedicado a la publicidad añeja).
Un clásico. Si tu marido lo averigua algún día. Zurra por infidelidad cuando en realidad sólo le ha cambiado la marca del café. De todas formas, tampoco debemos caer en la trampa de demonizar o convertir en tabú el spanking o cachete en el trasero, que como juego erótico practicado en libertad puede tener sus seguidores.
Aquí no hay dudas: ¿Por qué las chicas solteras se van con los fumadores? Si la publicidad sobre tabaco tiene, a día de hoy, el atractivo de lo prohibido, esta promoción del Cigar Institute of America INC (¿por qué las corporaciones acabadas en INC dan tanto miedo?) alcanza límites insospechados al evocar la idea de la sumisa mujer cenicero.
Una de las campañas de tabaco más famosas de la historia y un buen ejemplo del sano ejercicio de mirar al pasado para comprender el presente (que tiene en el Dr. Repronto a su gran gurú multimedia). La imagen de una mujer con el ojo morado nos resulta hoy en día icónicamente atroz. La campaña, en realidad, venía a decir que los fumadores de Tareyton se dan de hostias antes que cambiar de marca. De todas formas, y por sembrar el también sano ejercicio de la duda, Tareyton tardó bastante en incluir la imagen de hombres con el ojo morado, de la misma forma que las últimas versiones del anuncio eliminaban el tono del maquillaje.
Sópla en su cara y ella te seguirá para siempre. Como ejemplo de llamada a la mala educación es impagable. Por no hablar del doble sentido al que nos hemos acostumbrado por la generalización actual de términos específicos del cine porno.
Lástima que la calidad de la imagen sea tan mala. Lucky Tiger, marca de productos para después del afeitado masculino, sublima el concepto de la mujer como trofeo. Lucky Tiger consigue las chicas, reza el eslogan mientras las muchachas lucen como trofeos aficanos en la pared. Con otro tono, una imagen propia de un cómic de horror precode... o del Malvado Zaroff.
En su no tan sutil atrocidad, este me parece la mar de simpático. El lugar de una mujer está al lado de su marido y no en el fregadero. Según como se lea es una llamada a la equidad. Pero otra lectura más sibilina también induce a pensar que propaga la idea utilitarista de la mujer como objeto de variadas funciones, limpieza y sexo en el anuncio, y que debe darse prisa en lo primero para cumplir con lo segundo. De todas formas, lo que me parece más gracioso es que la respuesta al problema no es el que el marido colabore, sino llenar el mundo de más mierda plástica poco reciclable: dispensadores de vasos de pvc.
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