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14.4.08
LA VIÑETA EUROTRASH (V) : LOS NAUFRAGOS Y LAS JAMONCITAS ALIENÍGENAS
En la regular inmersión en viñetas eurotrash que llevo a cabo en cuanto puedo, la colección Terror Blu ha supuesto un enorme impacto. En cierta medida, es la versión en papel de esa carrera en pos de la salvajada, del a ver quién la hace más gorda, a la que se abocaron los subgéneros fílmicos italianos a mediados de los 70. La diferencia, claro, está en el medio: el fumetti permite no sólo inmediatez sino también ese todo es posible con lápiz y papel que forma parte intrínseca de la genialidad de los tebeos como medio narrativo. Así que la carrera en pos de la salvajada antes mentada alcanza extremos inauditos. Yo es que no doy crédito a lo que voy encontrando mientras mis ojos se abren como platos. Un buen ejemplo es el número 14, que incluye la historieta L'Isola senza nome, y cuya versión en lengua finlandesa he encontrado aquí. Sigo indagando, así que no puedo decirles aún si estas historietas tuvieron edición en castellano. Una cabecera como la longeva Horror de Zinco quizá incluyera alguna, y Astri editó también una colección llamada Historia Blue que seguramente incluía este tipo de material, aunque debo confirmarlo.
A lo que iba. Terror Blu, el origen de aquellos cuerpos desmembrados que caían sobre París, se demuestra como la gran colección de pornografía de la viñeta eurotrash, entendiendo la pornografía más allá del sexo explícito, que nunca lo es del todo, pero casi, sino porque lo explícito es su regodeo en la tortura de la fémina, en la agresividad sexual que contiene, en el delirio zafio. Además, el humor absurdo se entiende tácito pero nunca se plasma, es decir, que no se puede aventurar si es consciente o no. Su maravillosa suciedad o infamia no se remarca con un gag evidente: la salvajada es el gag y se expone de manera fría y cristalina. Vayamos con la historia que venía a contarles. A una isla del pacífico van a parar, por un lado, como náufragos un grupo de presos de lo peor; por el otro, una expedición de jamonas extraterrestres (procedentes del típico planeta matriarcal) con una característica física muy concreta: son idénticas a las terrestres pero en una proporción más reducida; digamos que son una perfecta reducción al 75% (en realidad, como buen tebeo de derribo, las proporciones nunca se mantienen idénticas de una página a otra).
Imaginen a esos presos, máximos exponentes de la maldad de nuestra raza, náufragos y en abstinencia sexual heterosexual durante mucho tiempo, frente a un grupo de inocentes exploradoras alienígenas cuyo reducido tamaño enfatiza su fragilidad.
Pues se monta una agresiva gang bang orgiástica que para qué les voy a contar. De todas formas, hay un problema de tamaño evidente, y eso tiene sus consecuencias.
Pero, en ese no va más que me patidifusa, la cosa no acaba ahí. Algunas de las alienígenas mueren por la violencia sexual a la que son sometidas. Y los presos náufragos tienen hambre.
Un lugar común en toda explotación de derribo de contenido sexual zafio es la justificación moral de tanta bajeza y salvajismo. Una coartada moral que es pura hipocresía. En este caso la moraleja es clara: no forniques con extraterrestras ni te las comas luego, que puede dar lugar a terribles enfermedades mortales.
El tebeo acaba con una explosión atómica, por cierto, que es un final que siempre gusta.
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