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31.10.07
EL ESPÍRITU DE HALLOWEEN (IX): FAMOUS MONSTERS OF FILMLAND Y LA MADRE DEL CORDERO (DEGOLLADO)
El meollo del asunto, en esto del Espíritu de Halloween, está en Forrest J. Ackerman y Famous Monsters of Filmland, su mítico magazine para la Warren . Obviamente es un árbol en el bosque y no una flor en el camino. No me he preocupado de mirar la historia de la tradición de Halloween en los EEUU. Es obvio que tiene sus añitos. Ya comenté el año pasado que, en realidad, vincular la noche de víspera de difuntos al cuento oral de horror es cosa vieja que ya se daba en Europa. En España también. De hecho, el Espíritu de Hallowen existe desde que el hombre descubrió el fuego y reunió a la tribu a su alrededor en noches de luna llena. Hay cierta desconfianza ante la celebración de Halloween, el reparo ante una fiesta que consideran importada, comparable al vomitivo San Valentín o a la Navidad consumista. Algo hay, claro (la Sociedad Borderline todo lo pervierte), pero si me dan a escoger me quedo con la Víspera de Difuntos de largo y sin dudar. Halloween son, básicamente, niños celebrando el terror, niños declarando su fascinación por los monstruos. Pocas cosas hay tan hermosas como esa. A los niños el terror les atrae y fascina. Es necesario acercarles a los monstruos. Y no se preocupen por las pesadillas, las tendrán igualmente, o incluso más sin ellos. Así que la Noche de los Muertos es, probablemente, la fiesta de guardar más cercana al espíritu que impregna la pop culture.
En los atómicos 50's, entre Suptnicks paranoicos y felicidades retrofuturistas, se produjo el gran bing bang de la cultura pop. Bólidos, rock and roll y muchísimo terror. Los tebeos de horror y monstruos inundaban los supermercados, los autocines proponían uno tras otro programas dobles pensados para adolescentes y los niños de Peanuts pedían caramelos entre calabazas. Lo cierto es que el infausto mad doctor llamado Wertham al menos en una cosa no se equivocaba: todos esos horrores eran consumidos vorazmente por los niños. Porque a los niños les gusta, y mucho, la sangre y la monstruosidad. Les interesa más la bruja que no el beso del príncipe, porque eso, el beso, es lo impostado.
En esos mismos 50's la naciente televisión recuperaba con nocturnidad y alevosía los clásicos de la Universal mientras, a primera hora de la tarde, Herrman Munster demostraba que la familia es una institución social generosa en monstruosidad de andar por casa. Bueno, en realidad, no sólo se recuperaban los clásicos, también su decadencia impregnada de belleza (los seguidores de este blog saben que esas decadencias son hermosas). Y no sólo de la Universal. En los años 30 se crearon iconos del horror de portentosa visualidad que aún hoy perduran. Se gestaron los monstruos de la modernidad pOp, el espiritu de Halloween que yo invoco. Y ahí, en 1958, apareció la revista de Forrest J. Ackerman, Famous Monsters of Filmland. Se nutría, básicamente, de todos esos monstruos pos-expresionistas nacidos de la crisis para disipar el hambre, y de la serie bé fantaterrorista y de plexiglás que campaba a sus anchas por las calles de Oklahoma (bueno, vale, y de la Hammer). Pero, y hé ahí el meollo del cordero degollado, Famous Monsters era una revista para niños, o, al menos, éstos constituían su gran nucleo de lectores. Niños adictos a las emociones, arrebatados por la monstruosidad. Niños que crecieron con sus pelos, que se hicieron jipis, punks y psicobillis. Sin Lugosi, Karloff o Chaney no hubieran existido ni 1968 ni 1977. Y llegaron a la juventú en parte, gracias al Famous Monsters de Ackerman.
Obviamente, les estoy hablando de algo que sólo conozco de oídas pero... ¿saben una cosa? Yo defiendo que ese Espíritu de Halloween que arrasó los EEUU en los 50's también pasó por España décadas mas tarde. Probablemente viajaba junto con las bombas atómicas de Palomares. Y la mayor prueba de ello es que Famous Monsters of Filmland tuvo edición española. Famosos Monsters del Cine, se llamaba, apareció a mediados de los 70 como hermana pequeña de Vampus, Rufus y Vampirella, pero aún así aguantó sus cuarenta números o más. Y la comprábamos los niños, claro. Yo era uno de esos niños. Y no vean cómo disfrutaba con ella. En España, el bing bang de la pop culture vía terror icónico fue más modesto, claro, pero nos trajo la democracia y la Movida. Porque cuando Lugosi, Karloff y Chaney aparecen a la vista de todos, expuestos en los quioscos, es que algo va a pasar. Es el espíritu de Halloween, que arrebata a los niños, que los cuela en el cine de barrio para ver a Naschy haciendo de licántropo por la Sierra madrileña. E incluso diría más, el fenómeno perduró lo suficiente gracias a La Bola de Cristal y la explosión del vhs de alquiler, abarcando, así, un par de generaciones como mínimo.
Ya lo ven, Famous Monsters fue un fenómeno cultural vital y viral, aunque si lo dices en voz alta te miran raro. Ya hace tiempo les enlacé esta galería con todas sus portadas, aunque no es la única página donde recorrerlas: aquí incluso las resoluciones son algo mejores. Una colección de emocionantes traslaciones pop de los iconos del terror del siglo XX dibujadas por gigantes de la talla de Albert Nuetzell, Basil Gogos, Gray Morrow, Vic Prezio, Ron Cobb o Ken Kelly. Háganse un favor y piérdanse entre los monstruos en un día tan señalado como hoy, invóquenlos y, sobre todo, piensen en los niños. Impriman las portadas en cartones recortables y vayan a distribuirlos a las puertas de los colegios. El futuro de la humanidad depende de ello. ¿Saben que Famous Monsters vuelve ha editarse desde hace un par de años? Definitívamente: están pasando cosas. Y dicho esto, les emplazo al próximo post de esta serie, donde seguiremos hablando de Famous Monsters of Filmland. Y viendo cosas muy bonitas.
Hello. And Bye.
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