Kane de Paul Grist (Dolmen Editorial)
Tras devorar, seguidos y sin pausa, los cinco volúmenes del Kane de Paul Grist (bien editados por Dolmen tras la espantada de Planeta) no puedo más que levantarme del sofá y aplaudir. Grist ya contaba con todas mis simpatías gracias a Jack Staff, su sincero homenaje a mis queridos personajes de la IPC sesentera y demás héroes británicos. Pero no sólo de guiños vive el pajero ausente. Tebeo coral pese al inspector que le da título, en potente blanco y negro, el abanico de recursos gráficos que despliega es brutal, casi tanto como el juego entre acciones paralelas y flashbacks. Y un buen tebeo policíaco pide eso, además de capos mafiosos y agentes corruptos. Tampoco falta el humor (todo tebeo con un personaje disfrazado de conejo merece la pena) y los guiños a Frank Miller (un detective ciego y una trastornada mole en gabardina). Vamos, que es grandioso.
Inner City Blues de Bruno i Fatima Ammari (Glénat)
Inesperada sorpresa. Aquí se quiere mucho a la Blaxploitation, y no puedo más que quitarme el sombrero ante este integral que reune los tres álbumes franceses originales. La primera sorpresa es el estilo de dibujo, de entrada un llamativo cruce entre la gráfica del Yellow Submarine y la minuciosidad de un Trodheim Mazmórrico, con colores chillones que acaban por darle un bello lustre pop. Pero... ¿Se puede hacer un fantástico homenaje a Superfly y demás antihéroes funk con un look semejante? Pues claro. Este violento thriller criminal, narrado desde tres puntos de vista diferentes (a uno por álbum) resulta igualmente contundente pese a su llamativo technicolor, lo cual es un mérito gordo. Y además, entre disparos e intrigas mafiosas, se pueden ir localizando guiños a las bandas sonoras de la época, a la música negra en general (como evidencia el título) y a filmes como Blackula.
Comic Noir de Norma
Pego un repaso rápido a algunos de los títulos que Norma va publicando al amparo de su colección Comic Noir:
El primero es de Warren Ellis, a quien mucho se admira en esta casa. Si los dos tebeos reseñados por encima jugaban a la narrativa compleja (flashbacks, puntos de vista), Down (bien dibujado por Tony Harris) es una autopista sin curvas. El bueno de Ellis pilla la directa y acelera hasta estampar al lector contra el muro de la última viñeta. Posiblemente, esta historia de jamona policia haciendose pasar por asesina profesional es lo más cerca que ha estado nunca un tebeo de provocar el mismo vértigo hiperviolento que las películas de acción made in Hong Kong.
Poison de Laurent Astier también va de infiltraciones policiales, pero es más reposado. De entrada, no resuelve los dos prólogos iniciales (supongo que lo hará en los siguientes tebeos, que aquí hay continuará) y va de jovencita recién salida de la academia que debe infiltrarse en las redes de protitución europeas. El estilo de dibujo cercano al manga le sienta bien si tenemos en cuenta que la cosa parece que ira de descenso hacia la pervesión de una jovencita virginal. Comprobar si el autor se va a recrear en ello o huirá por las ramas de la corrección es el principal interrogante que me puede impulsar a seguir con la historia, además de la conexión balcánica (siempre de mi interés), pero vamos, tampoco es que sea gran cosa.
Lo de Scarface: Marcado por la Vida sí que me deja patidifuso. Supongo que todos ustedes han visto El precio del Poder, esa sincera oda a las metralletas y la cocaína que Brian de Palma dirigió hace un par de décadas. Pues bien, aquí tienen la secuela imposible en forma de tebeo. Tony Montana sobrevivió a la matanza colombiana y regresa dispuesto a recuperar su imperio. A ver. El tebeo es malo, no nos engañemos. Está alargado de mala manera y no lleva a ningún sitio. Pero es que es taaaan rematadamente burro que me despierta cierta simpatía. Ultraviolencia cartoon tan absoluta y gratuitamente pasada de vueltas que acaba siendo una payasada splastick gruesa y escatológica. Sus ignotos autores realizan una escalada en pos del "mira que rematadamente bestia" que acaba por no llevar a ningún sitio. La primera vez que Montana asficia a un tipo con su bolsa clínica de orines dices jojojo, pero buscar la salvajada cada cuatro páginas acaba por resultar forzado y restar interés. Se desinfla. Eso sí, si el comic code levantara la cabeza le daría un patatús: las montañas de drogaína se desparraman por las páginas de modo gratuitamente apológico. Pero vamos, ni el dibujo merece la pena (un clon de Ramon F. Bachs) ni la historia va más allá de su imposible propuesta. Tan sólo se lo recomendaría a aquellos que disfrutan del Garth Ennis más burro: el tono del guión de John Layman va por ahí.
No se me ocurre un tebeo más alejado al anterior que El Cuervo de Lax, una aproximación rematadamente francesa a la serie negra, pero también un polar no tan canónico como aparenta. Reconozco que me costó un rato entrar en el juego, y hasta el segundo álbum no le he pillado el punto. Las aventuras de un relojero en paro reconvertido a detective privado están dibujadas con un blanco y negro muy de revista de los 80, donde la línea clara brilla por su ausencia. Quizá sea eso lo que le da un tono como de tebeo más viejo de lo que es, aunque también es cierto que no le sienta mal. Me cuesta describirlo, lo reconozco. Una atmósfera de sociedad envejecida, de clase media venida a menos, muy del rollo francés, está presente en todo el tebeo; también un humor reposado y unas intrigas de andar por casa que tienen su encanto. Es un tebeo especial, cierto, pero hay algo que no me convence del todo y aún no sé que es.
Una Resaca de Cuidado de Jacques Tardi (Norma)
Y ya que mento el llamado polar francés, sepan ustedes que las aventuras del detective Nestor Burma adaptadas por Tardí son obra cumbre. Niebla en el Puente de Tolbiac o Calle de la Estación, 120 son de las mejores historietas de género negro que he leído en mi puta vida... pero la última entrega me ha decepcionado bastante. Por primera vez a color, parece como si el gran Tardí se tomara el álbum a medio gas, sin ganas y con pereza. Además, en esta ocasión no adapta una novela de Leo Malet y así el guión está más cerca del absurdo que envolvía las últimas entregas de Adele Blanc-Sec, pero sin ser ni una cosa ni la otra. Yo se lo perdono, pero vamos, tan sólo lo aconsejo a los completistas de Tardí (entre los que me incluyo, claro). Espero que nadie empiece a leer las aventuras de Nestor Burma por aquí, ya que es posible que no regrese a ellas. Y se perdería un clásico indiscutible.
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(Nota: Esta sección no es más que una adaptación rápida y sin complicaciones de los guiones que preparo semanalmente para el programa Cabaret Elèctric de Icat-FM. No es una adaptación de todo el guión porque algunas cosas pueden aparecer antes por aquí. Reseñas cortas, inmediatas y poco críticas para poder dejar constancia de la cantidad de cosas que leo semanalment. La versión en audio de este guión la pueden descargar, en mp3 y en catalán, aquí y pertenece al programa del 18 de septiembre de 2007.)