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7.5.07

Simpsonario (DLXVII)

Skinner, Seymour

El director del colegio de enseñanza primaria de Springfield es uno de los más interesantes y complejos personajes secundarios. Por un lado, su cargo le confiere el papel de importante figura pública de Springfield y lo inviste de autoridad en un universo como el simpsoniano donde, precisamente, la autoridad es satirizada de manera constante y sin piedad. Skinner, como figura autoritaria, depende de las inspecciones de Chalmers (dando lugar a momentos de comedia clásica con el inspector chillando el nombre del director), vive traumatizado por su condición de excombatiente en Vietnam (son frecuentes los flashbacks estilo Apocalipse Now), está dominado por su madre Agnés (una anciana turbia y una relación que a menudo acude a Psicosis de Hitchcock) y se mantiene casto y puro ante el sexo: en Director encantador vivirá un corto noviazgo con Patty Bouvier (precisamente la más andrófila de las gemelas y en un episodio con más referencias hitchcockianas, en concreto a Vertigo) y a partir de la novena temporada comienza a establecer lazos de noviazgo con la neurasténica profesora Edna Krabappel. El rol de autoridad escolar le convierte también en némesis cotidiana de Bart y perseguidor infatigable de todas sus travesuras. Aun así, la relación entre ambos es tremendamente compleja como bien demuestra un episodio como La canción ruda del dulce Seymour Skinner, en el que tras el despido del director Bart se convertirá no sólo en su único amigo sino también en su máximo valedor para el reingreso. Mención a parte merece el episodio El director y el pillo, uno de los episodios más polémicos de la serie. En él se revela que Skinner es en realidad un impostor, Armin Tanzarian, que ha suplantado al verdadero Skinner tras regresar de Vietnam y con el consentimiento tácito de Agnés Skinner (“La mentira nos hizo felices”). Tras confesar su culpa en público (con una frase tan demoledora como “Me he pasado los últimos veinte años haciendo realidad sus sueños”), Bart desafía su autoridad y el pueblo de Springfield desconfía, por lo que Skinner/Tanzarian abandonará el lugar para regresar a su pasado de motorista outsider hasta que los Simpson, Agnés Skinner y Edna Krabappel acuden en su búsqueda. El pueblo entero despide al verdadero Seymour Skinner maniatado en un expreso de mercancías, casi como si se tratara de un rito con chivo expiatorio, y el falso pero al mismo tiempo genuino Seymour es readmitido socialmente y por decreto judicial: todo volverá a ser como antes y nadie recordará lo pasado bajo pena de tortura. Como ven, un demoledor ataque a un concepto tan dado a la polémica como el de la continuidad. Lo cierto es que resulta un inaudito acto de demolición de los cimientos propios, un arriesgado ejercicio de equilibrismo que para muchos marca el inicio de la decadencia de la serie aunque algunos, entre los que me cuento, lo justifiquen por complejo, inesperado y absurdo.

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