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23.10.06

LA SELECCIÓN AUSENTE (XIX): DEL LEPROSO COMO ZOMBI

De todos los directores clásicos, quizá fuera Fritz Lang el que tuviera una sensibilidad pulp más acusada. La firmación resulta evidente si se atiende a sus Mabuses o a seriales mudos como Der Spinnen (Las Arañas), pero también puede detectarse, de manera más sutil, en sus filmes policíacos para Hollywood. A finales de los 50 regresó a su Alemania natal para rodar sus tres últimos filmes, el último Mabuse (El Testamento del Doctor Mabuse, 1961) y el díptico formado El Tigre de Esnapur (1959) y La Tumba Índia (1960). Es de estos dos últimos de los que extraigo un par de tutubos que, a mi juicio, han tenido influencia en la conformación estética del zombi moderno. Pero mejor ir por partes.

Ambas películas, que deben verse seguidas: la primera acaba con un continuará como una casa, son una maravillosa aventura pulp localizada en una Índia majestuosa (en cuestión de paisajes es una pasada: Lang se dejó llevar por el encanto del lugar) repleta de technicolor. Con una increible y sensual Debra Paget (Spaulding subió parte de una de sus tremendas danzas hace un par de meses), un héroe armario como mandan los cánones y un buen puñado de pérfidos villanos entregados a las intrigas de palacio. Un palacio, por cierto, repleto de pasadizos y laberínticos subterráneos. Vamos, unas pelis maravillosas, de esas "que ya no se hacen" (odio la expresión, pero creo que en este caso sí es cierto).

Pues bien, algunos momentos se acercaban al fantástico. Por ejemplo en una de las danzas de la Paget hay un momento que casi parece que la gigantesca diosa Shiva a las que está dedicada esté a punto de cobrar vida al modo de Harryhausen. Ojo, sólo es una sensación personal influida por decorados y colores cercanos a aquellos legendarios filmes de Simbad. Pero, sobre todo, ese toque espectral está en las secuencias del calabozo de los leprosos sito en lo más profundo de los laberínticos sótanos. Vi las películas varias veces de pequeño y esas escenas me daban auténtico miedo. Con el tiempo las he ido considerando claros precendentes del cine de zombis post Romero.

Fíjense, por ejemplo, en la primera secuencia (procedente de El Tigre de Esnapur) con esa enorme y desolada cueva que casi recuerda la del final de El Más Allá de Fulci y esos leprosos lentos en su ascenso, y pálidos en su maquillaje. Desde luego, Lang consigue una atmósfera fantasmagórica y siniestra. En la segunda secuencia (sacada de La Tumba Índia y muy parecida en su resolución, por no decir idéntica), curiosamente los espectrales leprosos actuan con velocidad, lo cual viene muy bien para poder comparar el efecto del horror cuando este actúa lénta o rápidamente. De hecho, casi parece que el director alemán jugara a experimentar con ello. Y a ustedes... ¿Qué les provoca mayor inquietud? ¿La lentitud de la primera o la velocidad final de la segunda? Yo me quedo con la primera.





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