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27.9.06

TRESCIENTOS TREINTA Y TRES DISCOS PARA AGITAR EL BOOGALOO ENCEFÁLICO # 016/333


THE CRAMPS : OFF THE BONE (1983)


Estoy convencido de que sin la existencia del grupo de Poison Ivy y Lux Interior la historia de la cultura pop no sería la misma y, por no haber, no habría ni Blog Ausente. Vale, yo de crío ya era un fan fatal de la edición española de Famosos Monsters del Cine pero no fue hasta muy principios de los 80 que descubrí, vía Cramps, que aquello era un todo. Porque los Cramps son un todo imprescindible y vital. Jamás dejaré de hacerles reverencias ni de estarles eternamente agradecido por ese hermoso, adictivo y malsano mejunje de espíritu primitiv, arqueología, lujuria, decadencia y rock,'n'roll básico y subterráneo. Jamás. Lo juro por el espectro putrefacto de Elvis. Tenía muchas dudas sobre cuál sería el primero de sus discos en aparecer por aquí (porque es evidente que serán varios, tiempo al tiempo) y al final me he inclinado por el primero que adquirí en vinilo y que durante muchos años acompañó las fiestas privadas de la habitación ausente (porque aún no había mansión). No es exactamente un disco oficial sino una recopilación británica en la que se incluían las diez canciones de su primer mini LP (Gravest Hits, producido por el gran Alex Chilton) más algunas maravillosas piezas pilladas de aquí y allí. Al año siguiente, con algún cambio, acabó por aparecer en los EEUU con otro nombre (Bad Music for Bad People) y una portada muchísimo más fea (por no hablar de ese objeto coleccionista que es la original con efectos 3D). Y es que Off The Bone recoge a la perfección la esencia del combo psicobilly garajero por excelencia con un puñado de maravillas, la mayoría versiones que Los Cramps nos Revelaron. Escucharlo de principio a fin supone una inmersión (con taparrabos de terciopelo y estampado de leopardo) en un submundo de perversión total, espíritu coolzetoso y ritmos que notas en las tripas. Human Fly y sus subhumanos acordes primigenios a los que se une primero el fuzz hecho carne (podrida) y luego esa voz que no es otra cosa que el susurro del Cadaver de Elvis. The Way I Walk es puro rockabilly reververante y cavernícola. Domino deshace masas cerebrales con el ritmo de esas baquetas caníbales con que se inicia. El Surfin' Bird de los Trashmen convertido en caos y entropía sin igual a la que sigue el Lonesome Town de Ricky Nelson como un remanso de paz enfermizo y una guitarra salida directamente de las calderas de Pedro Botero. Garbage Man es una sobredosis de ritmos monolíticos. ¿Y qué quierne que les diga de la versión de Fever? pues que en la dimensión crampiana de la realidad esa canción se compuso para que ellos la tocaran. Drug Train se convierte en una fiesta siux a la que te despistas (y descubre la conexión con otro mito del tamaño de los B-52's). El demoledor Love Me sería la quintaesencia de su sonido si no fuera porque luego I Can't Hardly Stand It es aún más brutal, sexo oral hecho música. Y el Goo Goo Muck, C-O-Ñ-O... el Goo Goo Muck. Anda que no lo he cantado veces ante el espejo poniendo cara de primate y con pose de dejadez asesina. She Said es un frenesí de delirio hillibilly whitetrash y The Crusher un tema inmediato, cafre, burro y sónico. Y para acabar Save It rezuma tanta y tan malsana sexualidad que he eyaculado varias veces sólo con su escucha. La edición en cedé incluye tres temas más, pero el vinilo que enturbiaba mi habitación, y que provocaba a los Perros de Tíndalos que en ella habitaban, acababa ahí. Y yo también, tirado en el suelo con la Fender Stratocaster de Poison Ivy desgarrando mi ano. Y anda que no me daba gusto el asunto.

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