Pirandelianos
Muchos personajes son pirandelianos porque, como en la narrativa y en el teatro de Luigi Pirandello, representan muchas realidades al mismo tiempo; cada uno de ellos puede ser uno, ninguno, cien mil. Por ejemplo Homer Simpson es considerado, no sin razón, el prototipo de la estupidez. Pero, considerando los resultados obtenidos como marido y padre, vive una existencia casi normal, ya que por un lado siempre consigue mantener unido el hogar doméstico y garantizar alimentos y diversión a su familia, del otro transcurre sus días de manera en realidad aventurera e interesante, ya que consigue no solo solucionar sin demasiado coste sus problemas, sino también modificar la realidad y salirse de los aprietos causados por razonamientos demasiado retorcidos, en cuanto están desarrollados por una ¿ligera? locura. Tanto al final como al principio resulta ser una de las personas más apreciadas por los habitantes de Springfield; que es en el fondo lo que su subconsciente desea aunque a menudo lo que exterioriza es contradictorio. Por otra parte la habilidad de considerarse un perfecto cretino es una de las numerosas maneras pirandelianas que consienten un vuelco decisivo de perspectivas trascendentales.
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