"Quiero todos los números de El Hombre Cefalópodo Azul de Titán -dijo Lars-. Una colección completa desde el número uno, volumen uno. Es un cómic tridimensional -añadió-. Ya sabes, de esos tan estridentes que empiezan a menearse en cuanto se mirán. Quiero decir que, bueno, las chicas se menean: el pecho, la zona pélvica, todo lo meneable. Los monstruos babean."
(...)
"Tenía ante sí un ejemplar de aquel cómic tan poco civilizado, El Hombre Cefalópodo Azul de Titán, el número de octubre de 2003. En aquel momento, moviendo léntamente los labios, estaba leyendo la entretenida aventura "¡El Hombre Cefalópodo Azul se enfrenta a la Diabólica Cosa de Tierra que se Abrió Paso hasta la Superficie de Ío después de Dos Mil Millones de Años Hibernando en las Profundidades!". Había llegado a la viñeta en que El Hombre Cefalópodo Azul, después de haber vuelto en sí gracias a los frenéticos esfuerzos telepáticos de su ayudante, conseguía convertir el Detector de Radiaciones Portátil de Tipo G en un Emanador Bipolar Ionizante Catódico-Magnético.
Con aquel emanador, El Hombre Cefalópodo Azul amenazaba a la diabólica cosa de Tierra cuando esta intentaba llevarse a la señorita Whitecotton, la tetuda novia del Hombre azul. La criatura había conseguido desabrochar la blusa de la señorita Whitecotton de tal manera que un pecho, y sólo uno, pues aquella era la ley internacional, la estricta normativa que se aplicaba severamente al material de lectura infantil, quedaba expuesto a la luz parpadeante del cielo de Ío. El pecho palpitaba cálidamente, meneándose cuando Pete pulsaba el activador de meneos. Y el pezón se dilataba como una diminuta bombilla rosada, se elevaba en tres dimensiones y se encendía y apagaba, se encendía y apagaba... y seguiría haciéndolo hasta que se consumiera la pila laminar de cinco años de duración de la cubierta posterior de la revista."
Extractos de La Pistola de Rayos (The Zap Gun) de Philip K. Dick (1966)
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