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27.7.06
DIVAGACIONES VARIAS SOBRE EL ARTE
Doña Absenta ataca de nuevo. Esta vez no les contaré los secretos de ninguna receta culinaria ya que recientemente han recibido ustedes el fascículo de la escalibada acompañado de unas fotos que prefiero no comentar.
Tal como les prometí hace un par de meses, he utilizado la jornada intensiva laboral para hacer lo que más me gusta. Una de esas cosas (a parte de la siesta y jugar con absencito) es sumergirme en un buen libro o, en este caso, un buen cómic que me regaló absence el pasado Sant Jordi: “El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre” de Juanjo Sáez (Ed. Mondadori).
Para quien no conozca su trabajo, les diré que Sáez es un joven artista barcelonés, con mucho talento, formado en la Escuela Massana. Este es su cuarto libro publicado y el primero de ellos que he leído. Pero me ha gustado tanto (y en algunas ocasiones me he sentido tan identificada con lo que cuenta) que a partir de ahora seré una fiel seguidora. De hecho, pronto emprenderé la búsqueda de su obra anterior “Viviendo del cuento” o me lo pediré de regalo de cumpleaños (que ya se acerca).
“El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre” es una especie de autobiografía, dibujada y escrita por él mismo de un modo muy peculiar, donde explica sus vivencias cotidianas, su paso por la Escuela Massana y lo que ello ha significado tanto para él como para algunos de sus compañeros. También habla de sus artistas favoritos (que en muchas ocasiones coinciden con los míos) y del arte en general. Todo ello concebido a modo de conversaciones imaginarias con su madre. Conversaciones que empiezan como reales pero terminan imaginadas por Sáez. En ellas él le intenta explicar, entre muchas otras cosas, que el arte no hay que entenderlo sino sentirlo y dejarse impresionar, ya que su madre insiste en que no tiene ni pijotera idea de arte y que no entiende esas cosas tan raras que le gustan a su hijo.
Siguiendo más o menos este hilo conductor, Juanjo Sáez habla de los artistas que más admira y de los que más le disgustan. Su favorito es Calder porque, según dice, para disfrutar su obra no hay que saber nada especial, sólo observar sus figuras móviles. Yo creo que no le falta razón cuando dice que “Calder es una sensación. Calder es un recuerdo de la infancia”. Concretamente esa frase me hizo pensar y recordé a absencito bebé en la cuna flipando con un móvil infantil.
Entre los que detesta está Dalí y lo explica de forma clara y muy bien razonada en otra conversación en la que su madre dice que a ella le gusta pero no lo entiende (cargarse a Dalí así por las buenas sin motivarlo hubiera sido grave).
El libro tiene capítulos que me han hecho reír como el de”los artistas son gente de mal vivir” o el de “el arte y la vida”. Concretamente en este último le explica a su madre la idea del arte de acción y lo hace con las vivencias de su amigo Rafa. Por ejemplo, un día Rafa acompañó a Juanjo hasta el metro comiéndose un plato de arroz con salchichas. Evidentemente, la gente que lo vio se quedó alucinada y con una buena anécdota que explicar. Eso es el arte de acción.
En fin, Juanjo Sáez mola. Sí, sí. Me ha gustado mucho y me lo he pasado muy bien leyéndolo. Me gusta su manera infantil de dibujar con las caras sin detallar (dice que porque no le salen bien) y los errores en el texto a la vista, con tachones y rectificaciones como sino hubieran pasado por la imprenta.
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