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24.7.06
CLAUSTROFOBIA CANÍBAL EN SUBTERRÁNEA
Subterránea no sólo está habitada por dinosaurios, razas con las que comerciar o androides aficionados al sadomaso. En ocasiones, ni siquiera ese segundo sol interno que permite selvas vírgenes. Subterránea puede ser un lugar oscuro, humedo, estrecho, opresivo y salvaje. Un buen ejemplo es The Descent, película de horror que visioné ayer tarde en la comodidad de la mansión ausente (sector con aire acondicionado, no como en el sector desde el que escribo ahora: hace ya una semana que los textos de este blog llevan sudor incorporado). A lo que iba, que ayer vi la película, de la que me habían hablado bien, y efectivamente, está bien. Muy bien.
Neil Marshall ya había mostrado buenas maneras con esa licantrópica serie bé que es Dog Soldiers. The Descent ya son palabras mayores. Un estupendo filme de horror que primero consigue tensionar durante un buen rato a base de inquietante claustrofobia espeleológica, luego roza lo sublime a base de sugerir el horror de subterránea y luego entrega un fin de fiesta igualmente oscuro generoso en sangre y tripas. Como Dios manda y consiguiendo que te creas lo que pasa y que sufras. Y lo que es mejor, aunque sus referentes sean obvios (empezando por la saga Alien e incluyendo en el lote la apócrifa secuela italiana), es de las que se recuerdan, que es cosa importante en un film de terror: deja su impronta en el subconsciente de la memoria. Estoy seguro que si algún día me da por plantarme un casco con linterna y ponerse a hacer rápel hacia el centro de la Tierra me voy a acordar de la película. Y no me va a hacer ninguna gracia. Por otro lado, anotar que juega al doble final, cosa esta a la que le estoy cogiendo una cierta desconfianza (al final la provocación será tener un único final) pero debo reconocer que aquí consigue una última imagen para el recuerdo llena de desasosiego. Sí. The Descent mola.
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