"Y, a la luz de la luna, recordó de pronto a quién se parecía Cortman.
¡Dios mío, Oliver Hardy! Los dos actos que había pasado en su proyector. Cortman era el eco muerto del cómico. Un poco menos rollizo, nada más. Hasta el bigote estaba ahora ahí.
Oliver Hardy cayendo de espaldas bajo el impacto de los proyectiles. Oliver Hardy volviendo siempre por más, no importaba qué ocurriese. Agujereado por las balas, pinchado por cuchillos, achatado por automóviles, aplastado por paredes, sumergido en el mar, pasando por chimeneas. Eso era Ben Cortman. Un maligno y espantoso Oliver Hardy, aporreado y resistente.
¡Dios Mío! No podía dejar de reírse. Era más que risa. Era un alivio, una salida. Las lágrimas le rodaban por la cara. El vaso sacudido se derramó y el líquido lo mojó de arriba abajo, haciéndolo reír más. EL vaso cayó al fin a la alfombra, y Neville se retorció con espasmos de incontenible diversión. La risa incesante llenó la sala.
Más tarde, lloró."
(Soy Leyenda, Richard Matheson, pag. 68)
"Una hora más tarde estaba totalmente borracho, acostado de espaldas en el suelo, sonriendo inexpresivamente.
El mundo se ha ido al diablo, pensó. Nada de gérmenes, nada de ciencia. El mundo ha caído en lo sobrenatural, es en verdad un mundo sobrenatural. Harper's Bizarro, La Revista del Sábado de las Brujas, El Hogar Siniestro, El Joven doctor Jeckyll, La Otra Mujer de Drácula, y La muerte puede ser hermosa. No seas ensartado a medias, y Las grandes Tiendas del Ataúd.
Neville siguió borracho durante dos días, y había planeado seguir así hasta el fin del mundo, o hasta el fin del whisky. y lo hubiera hecho si no hubiese sido por un milagro."
(Soy Leyenda, Richard Matheson, pag. 97)
Tenía muchas ganas de releer la obra maestra de Richard Matheson. Qué decir del maestro Matheson, excelso escritor de cuentos de corte fantacientífico o de horror que se mueve como pez en el agua en eso del final brillante y sorprendente. Sólo hay que acudir, sin ir más lejos, a su carrera como guionista de cine y televisión: las adaptaciones de Poe para Corman, El Increíble Hombre Menguante, los mejores episodios de Twilight Zone, Galería Nocturna, Star Trek, el Duel de Spielberg, La leyenda de la Mansión del Infierno, La Novia del Diablo o El Último Escalón. ¡Un portento! Y aún con todo lo citado, pocas dudas al respecto: I am Legend es su gran legado y una de las mejores novelas del siglo XX, y si no aparece en muchas listas es porque quienes las hacen o son unos ignorantes o unos elitistas cejijuntos.
La historia de Robert Neville, aparentemente último superviviente a una plaga vámpírica de corte bacteriológico que ha acabado con la raza humana, no sólo es indispensable para entender el concepto del zombi moderno por ser su punto de partida, sino también una de las más originales historias sobre vampiros jamás contada y un clásico del subgénero del holocausto apocalíptico. Fíjense ustedes qué tres conceptos más hermosos hermanados en apenas 170 páginas de febril escritura: zombis, vampiros y holocausto apocalíptico.
Acabo de decir que está escrito febrilmente, sí, y se lee aún más febrilmente. Con un estilo cortante, seco, directo, cercano, fíjense que cosas, a escritores como Jim Thompson (no sé porqué en mi mente siempre ha sospechado que hay un vínculo secreto entre Soy Leyenda y 1280 almas del mismo modo en que no concibo el tono de El Planeta de los Simios sin pensar en Matheson). Neville recorre una ciudad abandonada y mata vampiros de día y se emborracha de noche en su refugio acondicionado mientras los pálidos no muertos se agolpan a la entrada y reclaman su presencia.
Tampoco creo necesario insistir demasiado en la genial vuelta de tuerca al concepto social del monstruo que propone, ni incidir en el hasta entonces inédito punto de vista científico del vampirismo, o resaltar el célebre y emocionante episodio del perro, o el flashback con la esposa, cumbre del horror. Ni las interpretaciones mccartistas. Ni cómo La Noche de los Muertos Vivientes ni toda su descendencia, legítima o bastarda, nacen en la novela. Piensen en esa obra maestra que es Zombi, por ejemplo. O incluso diría más. Vuelvan a leer el primer fragmento que he seleccionado al inicio, en el que compara al Ben Cortman, antiguo conocido ahora convertido en vampiro (y que llegará un momento que será su único nexo con el pasado) con un Oliver Hardy con el que entretenerse jugando al tiro al blanco. Jé. ¿Recuerdan el esplendoroso remake de Zombi del 2004, Amanecer de los muertos? ¿recuerdan la genial escena de jugar a francotiradores de Burt Reynolds desde la azotea? Pues ahí está.
Soy Leyenda tuvo dos adaptaciones cinematográficas. La primera, con Vincent Price, no la he visto nunca pero la tengo aquí a mi lado. La segunda, con Charlton Heston, la vi hace demasiado para opinar de manera fidedigna y también la tengo aquí al lado. Sí. Mi plan es revisarlas cuanto antes ahora que tengo la novela fresquita. Parece ser que se prepara una nueva adaptación protagonizada por Will Smith. No guardo demasiadas esperanzas. Me juego lo que quieran no ya a que esté a la altura del libro (un imposible) sino que supere el genial Homega Man protagonizado por Homer en el octavo especial de Halloween, con nuestro padre de familia favorito liquidando mutantes en una Springfield arrasa por una bomba atómica de origen francés. Y dicho esto les dejo con una de esas bonitas galerías que tanto me gustan.
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