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15.6.06

CUENTOS DE LA AMICUS

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A ver si desatasco un poco los numerosos temas que se han dio acumulando estos días. Para empezar con algo ligerito que me sirva para ir engrasando creo que Dr. Terror es un título la mar de indicado. Cuando se habla de la británica Amicus siempre se acaba acudiendo a su referente inmediato, la Hammer, por aquello de la proximidad y de aprovechar buena parte de sus técnicos y actores. En realidad, la figura a destacar dentro de esta productora británica era Milton Subotsky, un curioso caso de productor guionista por el que siempre he tenido mucha simpatía.



Dr. Terror supone el primer gran éxito de la compañía e impulsa el formato que la hará célebre: los sketches. Alrededor de una historia central que sirve de tronco, se explican diversos cuentos de horror. En el caso que nos ocupa, los viajeros de un compartimento de tren reciben la visita del misterioso Dr. Sandor Schreck, que comenzará a adivinarles el futuro vía tarot. Cada uno de esos futuros es un cuento de miedo tremendamente pulp que gira alrededor de temáticas como la licantropía, las plantas carnivoras, el vudú, las manos de un cadáver que regresan en busca de venganza y el vampirismo. El cartel original, justo aquí abajo, reúne todos esos elementos con inigualable maestría.

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Los puntos fuertes del filme son varios. Primero Freddie Francis, mucho más reconocido como director de fotografía que como realizador. Es obvio que en lo primero es un maestro y en lo segundo un artesano profesional. Pero ojo, si ven la película en su formato original verán que hace un uso soberbio del scope. Las escenas del tren, con los seis personajes, son magníficas en ese aspecto. Y luego está la misma fotografía y la iluminación tan típicamente británica.El segundo gran punto fuerte son los actores. Coño, que estamos hablando de Peter Cushing y Christopher Lee. Súmen a Michael Gough y a un joven Donald Sutherland para acabar de redondear el asunto. Parte del buen sabor de boca que dejan estas películas está ahí, en los actores.


Christopher Lee borda el concepto de gafapasta


El gran Peter Cushing es el Doctor Terror


Pero la gran virtud de la película son las historias. Unas historias de corte absolutamente pulp. Está claro que Subotsky no es precisamente un maestro del horror, ni mucho menos. Es habitual al referirse a sus películas de episodios para la Amicus tender rápidamente a la comparación con los tebeos de terror. Es una comparación acertada, sí, sólo hay que pensar que enseguida vinieron sus adaptaciones de Tales from the Crypt (aquí estrenada con el maravilloso título de Condenados de ultratumba, al fin y al cabo por entonces desconocíamos a la EC) y Vault of Horrors, y el tono es ese, pero ojo, más cercano a los terrores precode usacas que a las excelencias de la Warren. Es decir, son muy semejantes pero el punto de comparación es el término medio más que la genialidad de algunas de aquellas historietas. Eso sí, en todos los casos tremendamente divertidas.


La horripilante planta asesina


El funesto tarot

Subotsky, ya les digo, no era lo que llamamos un Maestro del Horror y por tanto cuando se encamina hacia el final sorpresa no le importa invalidar lo explicado inmediatamenete antes o caer en contradicciones. Eso es lo de menos. Lo importante, lo que convierte Dr. Terror en un producto delicioso, es ese tono despreocupado y alegremente pulp.


El Dr. Terror a punto de subir al tren

Así, la historia de la licantropia recrea una estupenda atmósfera gótica en unas inhóspatas Islas Hébridas plagadas de siniestros pueblerinos y acaba por ser la más honrada en la resolución de la maldición que plantea. La historia de la planta asesina inteligente es mi favorita por su tono delirante (¡la planta tiene un cerebro en sus hojas y se puede ver con el microscopio!), sus lecciones de hilarante botánica pop o la siempre enternecedora escena de asesinato de la mascota de la casa.


Siniestros isleños


El cerebro de una planta

La tercera historia, sobre un trompetista de jazz dispuesto a plagiar la música de los rituales vudú, resulta argumentalmente bastante floja pero en cambio es superlativa en términos de "lo cool", plagada de ritmos calipso y 60's groove jazz. En la cuarta Christopher Lee borda el papel de crítico de arte tiquismíquis y elitista que no contento por ser humillado por un mono pintor acabará bajo el asedio de la típica mano de cadáver vengativo. Finalmente, la quinta es una historia de vampiros bastante simpática no exenta de ciertas contradicciones.


La mano asesina


La ávida vampira europea


Violencia de género


El crítico pedante.

Y ya para acabar, atención porque entramos en zona de spoilers. Tan sólo un par de apuntes. Primero sobre la incongruencia de la historia de vampiros ya que resulta bastante incomprensible no tan sólo que no se reconozcan entre ellos, sino que uno sea capaz de hacer una cruz con los brazos para asustar al otro. Todo por un final sorpresa. Y eso mismo, lo del final sorpresa, acaba afectando la historia central que sirve de visagra... porque... a ver... se sube el doctor terror al tren, les explica unos futuros horrorosos y luego resulta, al llegar a la última estación, que en realidad se han matado todos en el tren y que el buen doctor tarotista era la mismísima muerte, la misma que tmbién aparecía en forma de carta maldita al final de todas las adivinaciones. Así, el final invalida todo lo narrado (las historias futuras no serán tales) y encima nos muetsran una Muerte ciertamente cachonda que se entretiene contando cuentos (de la Amicus) a sus escogidos. Peor seamos sinceros: ¿qué coño importan? ¿se me van a poner como el personaje de Christopher Lee por estas minucias?



Metalenguaje puro: el cartel de la película dentro de la película


La Parca que a todos nos aguarda

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