Hace exactamente un año escribía por aquí una reseña sobre le primer tomo de Supreme Power. Releerla ahora me hace ver cómo este Blog Ausente ha ido escorándose hacia determinados intereses. Supongo que está vivo y es inquieto. Lo ha hecho poco a poco y casi sin que yo me diera cuenta. Si la reseña la escribiese ahora me dejaría de tanta introducción sobre los personajes y me lanzaría directo a todos esos elementos de sociedad borderline y conspiranoia que lo pueblan: el desfile de presidentes estadounidenses, ese mundo sin sexo, moralista, hermético y patriota con que se educa a Hyperion, la visión erótica de Bush Padre, la desconfianza gubernamental por su origen extraterrestre, la exclusiva periodística, el contacto extraterrestre secreto como forma de poder, el racismo negro de Halcón Nocturno y su disfraz sadomaso, el superpoderoso (también negro) vendido al merchandaising... Numerosos detalles que convierten esta serie de Straczynski y Gary Frank en un estupendo tebeo de superhombres.
Lo afirmo sin titubeos porque he tenido la oportunidad de releerlo hace un par de semanas. Lo hice más que nada porque quería continuar la historia con el segundo tomo y con el Especial del Doctor Spectrum y ya no me fío un pelo de mi memoria. Mejor tenerlo bien fresco para disfrutar de las nuevas entregas y poder escribir sobre ellas un poco mejor.
Supreme Power 2: Poderes y Autoridad continúa con la versión adulta del Escuadrón Supremo. Su lectura resulta menos compacta no tanto porque decaiga el nivel sino porque se queda un poco a medias dado el formato de publicación español (que por otra parte considero óptimo: lo prefiero a la grapa). Así, de los seis números USA que incluye (del siete al doce de la colección original) los tres primeros vendrían a cerrar parte de la historia de presentación, con un crescendo y un climax que te obligan a no dejar de leer. Luego, se despejan un poco ciertos enigmas respecto al origen de todos estos Nuevos Dioses y su vínculo extraterrestre. La formación del universo contextual guarda no pocas similitudes con la apreciable novela de Rafael Marín Mundo de Dioses, por cierto. Finalmente se inicia un nuevo arco argumental de tono más coral (el protagonismo de Hyperion se diluye) y ánimo, intuyo, cohesionador, mediante la figura de un sangriento sociópata con poderes y de organizaciones conspirativas paragubernamentales, cosas las dos muy de mi agrado borderline y que incrementan el tono de superhumanos amorales enfrentados a humanos inmorales que inunda toda la historia. Es por eso que les decía que el tebeo resulta un poco irregular por culpa del formato: empieza con un climax y termina con otro y por el medio hay un poco de bache (supongo que necesario argumentalmente y más que perdonable).
No tengo la misma opinión respecto al especial dedicado al Doctor Spectrum, un spin-off o derivación de la colección que pretende ahondar en los orígenes de un personaje la mar de interesante, un asesino de la CIA que acaba convertido en superhombre (versión marvelita de Green Lantern, auqnue sobre eso ya hablé en la primera reseña) gracias a su contacto con la nave extraterrestre que es causa de todo. Aquí ya no tenemos al equipo creativo original sino al suplente: Sara Barnes y Travel Foreman, y claro, la cosa se nota un huevo. Añade muy poco a lo explicado (a menudo de manera elíptica) en el primer tomo y lo que añade no me gusta. A veces rellenar los huecos no es una buena idea. Vamos, que el tebeo se lee bien pero es prescindible: demasiado viaje introspectivo a la mente de un soldado obediente y frio para desvelar una infancia de familia desintegrada. Y digo yo ¿por qué los malos han de ser tipos de infancia desgraciada? ¿Acaso no se puede un asesino feliz de infancia hermosa? Por otro lado, el personaje secundario del médico protector... qué quieren que les diga... No me acaba de convencer.
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