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13.4.06
TRESCIENTOS TREINTA Y TRES DISCOS PARA AGITAR EL BOOGALOO ENCEFÁLICO # 005/333
BUFF. Otro disco que de tan bueno hace difícil organizar mis ideas. Normalmente se habla de DEVO al mismo tiempo que de New Wave. Es justo pues fueron genuinos precursores, pero, atención, este disco es 100 % punk. De hecho, marca la frontera borrosa entre la revolución del 77 y su influencia en el PoP con mayúsculas que inmediatamente le siguió. La mayoría de grupos etiquetados como New Wave son, a mis ojos, hijos del punk (iba a decir legítimos, pero el punk, el de verdad, el de mi adolescencia, siempre es bastardo). En este disco, producido por un Brian Eno en estado de gracia, se arrejuntan sentido del humor, delirio, riffs de guitarra acelerados, estridencias vocales, coros gritones, ímpetu, ritmos monocordes energéticos, ruidismo y estribillos, felicidad robótica, sintetizadores aplicados a estructuras pop-rock abstractas (dicen que por primera vez), locura estridente y feliz. Tanto en tan poco que parece imposible. Esta obra maestra se inicia con los demoledores "yeh yeh yeh yeh yeh yeh yeah" de Uncontrollable Urge (joya entre joyas) a la que sigue la demoladora versión de (I Can't Get No) Satisfaction de los Rolling Stones, sin duda la mejor de todas las posibles (con permiso de Otis Redding) y superior, porque no admitirlo, a la original. A partir de aquí cualquier ludista con criterio se deja arrastrar por el grupo de Arkhon (sólo de un pueblo de Ohio así llamado podrían salir tamaños marcianos del PoP) con temazos tan contundentes como la declaración de principios que es Mongoloid, la maravilla pseudo instrumental de Gut Feeling, la reinterpretación del rock'n'roll primigenio made in Chuck Berry que es Come Back Jonee, que avanza a base de coros gritones para dejar claro que bajo la falsa apariencia de grupo amigo de los aparatitos lo suyo es reconstruir el rock tradicional desde puntos de vista surrealistas. Y luego está Joko Homo, con su estribillo (el que da título al disco) repetido hasta la saciedad, de manera monocorde, cada vez más acelerada y robótica, hasta que a los dos minutos se transforma en una maravillosa descarga punk. Qué maravilla, por Dios. Olvíense de los Kraftwerk y piensen en los Ramones y en los Buzzcocks. Ahí es donde hay que situar al grupo de los hermanos Motherbaugh y Casale, disfrazados como alienígenas de las películas de Godzilla, abriendo puertas y ventanas por las que saldrían gentes como The B-52's o Siniestro Total. Por cierto, les dejo aquí debajo la portada del vinilo español de la época, que es el que tengo (comprado a principios de los 80) y diferente a la que encabeza el texto y que imagino es la del cedé... o la original USA, que no lo tengo muy claro.
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