EMERGIENDO DEL NEGRO FOSO

La semana pasada fue una de las más inactivas que ha tenido el Blog Ausente desde su nacimiento en verano del 2004. Tan sólo dos entradas del simpsonario. No me gusta que pasen estas cosas pero hay momentos en que es imposible la actualización diaria. Afortunadamente me he liberado de la tarea que más absorbía mi tiempo libre dedicado a la observación, análisis y expresión de la cultura pop de derribo (no vean lo chula que me ha quedado esta última frase). Y es que ya he terminado el largo estudio que aparecerá en el próximo número de Mondobrutto, ya he repasado y corregido y ya he escaneado las más de cien ilustraciones que lo acompañarán. Cuatro meses de duro trabajo bien merecen un poco de autobombo y creación de expectativas.

El pasado noviembre me puse manos a la obra en un tema que ya hacía unos años me rondaba por la cabeza: los superhéroes negros. Algo me hacía run run y me decía que ahí había chicha. Chicha de la buena. Así que me puse el mono de faena y extraje cientos de tebeos de mis pobladas estanterias. Y cuando digo cientos, créanme, no exagero. También acudí a diversos textos y estudios sobre los movimientos de liberación negra del siglo XX. La idea no era limitarme a glosar personajes, que si Luke Cage puede levantar doscientos quilogramos (patatín) y Pantera Negra... patatán. No. La intención era bastante más que eso: rebuscar situaciones, diálogos, subtramas de fondo, personajes secundarios y ver cómo se mostraba en esos tebeos esa amalgáma revolucionaria y anárquica que era el Black Power, como el racismo se convertía en villano de opereta, como era el ghetto urbano que se describía en las viñetas de los 70 (funk, drugs'n'guns, blaxploitation, Panteras Negras, Black Riots).

Al final, como tengo una especie de chip ciclopeo del que a menudo no soy consciente, he acabado estirando de un montón de hilos y continuado escarbando en los estereotipos de principios de siglo, los superhéroes negros de la era Reagan, el boom de los Noventa, mentando yo que se cuantos personajes, más de cien seguro pero no me he parado a contarlos. A algunos les dedico páginas y páginas, a otros una frase. Villanos ridículos, héroes delirantes, diseños deliciosos. Todo ello buscando el inigualable estilo ausente, ya saben, el dato y la chispa, el humor, la incorrección y la doble lectura pop. El resultado es que he acabado entregando un texto de más de 60 folios (37.000 palabras), casi un libro si sumamos el montón de imágenes que he seleccionado y escaneado concienzudamente durante este fin de semana. Me parecía imposible, pero he acabado superándome a mí mismo en términos de extensión, y eso que pensaba que mi tope estaba en los viejos héroes de la IPC de hace unos meses. De hecho, me he superado tanto que pese a que Mondobrutto destaca por su letra apretada y su ingente cantidad de páginas, se ha decidido con buen criterio dividirlo en dos entregas. Creo que quedará mucho mejor ilustrado así. No me pregunten cuando sale la primera a la venta porque no lo sé. Supongo que dentro de un mes. Yo me muero de ganas de verlo impreso. Y mientras tanto, pues la tarea de reflotar el Blog Ausente despues de un par de meses al ralentí. Y Poco a poco. Para abrir boca les dejo con los primeros párrafos introductorios de Black Super Power, el particular rap que me he marcado sobre los superhéroes negros. Es sólo una milésima parte. Ya dije al principio que este era un post de autobombo fruto de la alegría de la liberación.



Hasta mediados de los 60 los superhéroes eran blancos. Bueno, de hecho la mayoría lo siguen siendo. Hermosos rubios como Steve Rogers o Hank Pym o atléticos multimillonarios wasp de cabello moreno como Bruce Wayne o Tony Stark. Si hasta los extraterrestres bondadosos llegados de Krypton tenían rasgos caucasianos y se criaban como todo buen chicarrón en Kansas. No deja de ser curioso que fuera en ese contexto de supremacía casi aria donde aparecieran los primeros (y casi únicos) grandes héroes negros de ficción. Pantera Negra, Luke Cage o El Halcón aparecen como estandartes pop, de papel y a colores, del Black Power y hasta el gran Muhammad Alí unió sus puños con los de Superman para detener una invasión alienígena. Visto ahora, en perspectiva, para muchos no deja de ser una especie de apartado exótico de la blaxploitation de los 70, una moda de estética funkosa recuperada veinte años más tarde. Pero como verán, los matices políticos y sociales de los superhombres negros son bastante más directos, voluntariamente o no, que los de Shaft o Cleopatra Jones. Aun así, el fenómeno fue transitorio: tres décadas más tarde, el icono heroico occidental continúa siendo bien blanquito y de ojos azules. Como Jesucristo.

1. LOS NEGRITOS DEL TEBEO

“Do the Watusi
Like My Little Lucy”
(Wilson Pickett: Land of Thousand Dances)

“(En 1920) Los escritores negros adquirieron popularidad, y la gente blanca tenía en Harlem sus lugares favoritos de diversión. Sin embargo, el interés que demostraban era dolorosamente superficial. Los ciudadanos de los divertidos años veinte encontraban en Harlem una subcultura alegre y feliz deliciosamente primitiva, cuya pobreza y abandono parecían tan sólo notas pintorescas. Y a los negros se les seguía llamando “negroes” y tratando con condescendencia, como si fueran hombres primitivos”. (Norman F. Cantor: “La liberación negra en los Estados Unidos”).

Pese a numerosos precedentes, la aparición el 17 de febrero de 1895 del Yellow Kid en las páginas de The New York World se considera la fecha oficial del nacimiento del cómic. Ya de entrada, si tenemos en cuenta que la aparición de un héroe negro propiamente dicho, es decir, con personalidad, poderoso (que no con poderes) e indepenciente, sin la tutela de un blanco, no se produce hasta 1966 con la presentación de Pantera Negra en las páginas de Los 4 Fantásticos, uno podría considerar que los tebeos populares fueron (incluso que siguen siendo) un medio racista. Si, encima, ustedes se adentran en las imágenes de lo negro y su cultura a lo largo del más de medio siglo que va de 1895 a 1966, donde o se obvia su existencia o se les retrata con un extenso catálogo de estereotipos: de las tribus indígenas (que basculan del canibalismo a lo infrahumano) a las serviciales y orondas criadas pasando por el negrito tontito, el vago cómico, el amigo con poco cerebro y mucho músculo del héroe... casi pueden concluir que esa visión supremacista blanca es propia e innata de los cómics. No se engañen. Como es lógico el cómic no es racista, sencillamente refleja una época de la misma manera que lo hacían (y siguen haciendo) el cine o la literatura populares.

(continuará, pero no aquí)