Guión
El paso de la idea al guión escrito tarda aproximadamente una semana. Para obtener la sincronía de los diálogos con la acción, que en un cartoon requiere precisión, los guionistas de los Simpson trabajan con los dobladores y con los bocetos de la animación al mismo tiempo. La trama de cada episodio, de casi veinte minutos de duración (sin publicidad) se divide, en principio, en tres partes: en la primera se introduce el problema, en la segunda se elabora con mayor o menor complejidad, y finalmente en la tercera se resuelve con final sorpresa. Esta partición en tres, cuando el modelo habitual de otros dibujos se reduce a dos, también permite desarrollar dos historias paralelas o introductorias a la principal. Los escritores muestran una gran inventiva, y sostienen que el cartoon posee una libertad creativa mayor que la mayoría de películas de imagen real. Esta opinión se ve reforzada por los costes de producción inalterados tanto al visualizar un diálogo en un salón como al representar la destrucción de treinta rascacielos. Además, gracias a su irrealidad, el cartoon les permite también satisfacer el deseo de ser sátira política y de las costumbres sociales estadounidenses; en este sentido los guionistas opinan que los dibujos animados son mucho más abiertos y estimulantes, por la forma y el contenido, que el cine o el telefilme.
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