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20.4.05

Simpsonario (CLVI)

Consumo

Partiendo de la base que no habrían productos si no hubiesen consumidores, es indudable que Homer sea el blanco preferido de la industria de consumo. El cabeza de familia, más aún que Bart, desea como un niño pequeño cualquier objeto ofrecido o mostrado en televisión, por los amigos, en la publicidad por correo o en los escaparates de las tiendas, prescindiendo de la efectiva utilidad o de las verdaderas necesidades. Homer compra de todo: desde un trampolín elástico a una barbacoa desmontable, desde un mono a una langosta; consigue gastar el dinero que serviría para el seguro de la casa en comprar judías mejicanas saltarinas; en El Señor Quitanieves el consumismo irracional le lleva a comprarse un vehículo quitanieves en lugar de un coche cuando se ha estropeado (en accidente) el que tenía. Como último ejemplo: se gasta una fortuna en un muñeco que simule su propia muerte para poder descansar en paz un sábado por la tarde. Tal vez la mejor alegoría de la ecuación consumo/muerte.

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