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26.4.05
RESPETAD A LOS MONSTRUOS!!
Descubro, aterrado, que los norteamericanos han puesto al monstruo de las galletas a régimen. Se acabó el devorar cookies como un poseso enajenado. El motivo, al parecer, es educacional. El monstruo de las galletas no es un buen ejemplo para miles de obesos infantes. De hecho, el monstruo de las galletas ya come verduras y frutas en los nuevos episodios de Barrio Sésamo. Doña absenta, absencito y yo mismo hemos considerado que se trata de un acto indigno, inhumano y humillante muy propio de la sociedad borderline.
Una sociedad que no respeta a sus monstruos ni es sociedad, ni es democrática ni es nada. El monstruo, en realidad (y como muy bien sabía el gran Richard Matheson) es quién está más indefenso, más sólo, más desamparado. Al monstruo hay que cuidarlo. Mimarlo. Dejarlo libre correteando por nuestros peores sueños. Es nuestro reverso necesario. Sin monstruos no hay seres humanos. Eso es lo que pretende la sociedad borderline y quizás fuera mejor que las mentes privilegiadas que la guían se vayan directamente a buscar las vainas del espacio exterior y nos pongan a todos a dormir una siestecita productiva.
El monstruo de las galletas es el eslabón más débil de la cadena. Es a quien se puede putear. Es el marginado que no vota. Es el outsider que no da dinero en efectivo a las televisiones. El monstruo de las galletas comerá verduras y, en el intermedio, Burger King y sus amigos anunciarán estupendos happy meals con el doble de carne y bacon. Burger King también es un monstruo, cierto, que se cuela por la puerta de atrás con el talonario en la mano, pero no vive en nuestros sueños. No es un verdadero monstruo. Está a nuestro lado del espejo.
¿Qué pretenden decir con eso de que el motivo es pedagógico? ¿Cuándo ha sido el monstruo de las galletas un buen ejemplo?. Acaso significa, tácitamente, que hasta ahora ha sido él quien se ha encargado de educar a varias generaciones. ¿el modelo a seguir e imitar? ¿Un tipo azul con ojos de enajenado y comportamientos compulsivos? Eso explicaría muchas cosas, cierto, pero es totalmente falso. Si el monstruo de las galletas hubiera sido nuestro educador, la persona que nos ilustra, encauza y forja, ahora viviríamos en una sociedad mejor, una sociedad que no sólo respetaría a sus monstruos sino que tampoco les encargaría tareas que no les corresponden. Es injusto e inmoral que sea tan simpático bichejo quien lleve sobre sus espaldas el peso del exceso de grasas y del incremento de la diabetes infantil. Deténganse un momento en la foto que viene a continuación. Mírenle a los ojos. Sin galletas no es nadie. ¿Vamos a permitirlo? Porque hoy son las galletas, pero mañana, cuando le vean devorar como un poseso plátanos, calabacines y nabos dirán de él cosas peores. Y sólo es un monstruo.
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