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16.4.05

PERVIRTIENDO A LOS JÓVENES CASTORES



En La Mansión Ausente somos fans de Mauro Entrialgo desde hace muchos años. Compramos religiosamente todos los álbumes y puedo ver a doña absenta reir con felicidad cuando los lee. Doña absenta ríe como una niña pequeña. Una risa sana, sin verguenza, sincera. Acompañada de lágrimas. Doña absenta llora cuando ríe, con esas salpicaduras propias de un personaje de Bruguera o de la línea clara. Así que mientras a doña absenta le pasen todas esas cosas cuando lee a Mauro Entrialgo yo seguiré comprando los álbumes que edite, con la felicidad del que mata varios pájaros de un tiro: la compra de un tebeo que sé que la va a mantener entretenida un buen rato mientras yo podré dedicarme, tranquilo, a mis cosas y el egoismo del que adquiere subcultura sin saberse criticado por el dilipendio al llegar a casa.

Son muchas las cosas que me gustan de Mauro Entrialgo. Ese estilo aparentemente desastrado pero efectivo, ágil. Ese humor a menudo maleducado y gamberro, de noche de copas y amigotes. Pero también terriblemente observador para con la sociedad y su esquema de relaciones, desde un punto de vista cínico. El detalle de lo cotidiano. Eso es lo que más admiro, esa capacidad para pulir la anécdota real o convertir en real la que no lo es, para fijarse en determinados fragmentos del ligoteo nocturno, de la acumulación de subcultura, del piso compartido, del comportamiento social. Junto a todos esos detalles, los heredados y visuales de la galería de personajes, del antes y el después, del diagrama y el chiste del Lecturas. De lo popular. También el hecho de que le gusten los luchadores enmascarados. Qué son, al fin y al cabo, El Demonio Rojo, Átomo o Tyrex. Pues eso, profesionales de la lucha libre a los que nunca vemos trabajar, por cierto. Y ya que estoy citando personajes, que en los tebeos se cruzan formando lo que podríamos denominar, en términos superheroicos, un Universo Entrialgo, aprovecho para reivindicar a Higueras, que ya va siendo hora que protagonice un buen puñado de páginas. Eso. ¡Álbum de Higueras ya!

La última obra publicada, y leída en la Mansión Ausente, es Cómo convertirse en un Hijo de Puta. Un manual o catálogo, en bitono o a colores (como de lápices de cera), para el mal comportamiento. Como un Manual de los Jóvenes Castores pero pervertido en Enciclopedia de Herminio Bolaextra. Qué decir del malnacido y farlopero periodista de los tres cojones. Pues que es la monda. Y aunque yo prefiera las historietas, está bien esto de arrejuntar y escenificar consejos, dichos populares, pasatiempos, descripciones para pocer comportarse como... como... como eso, un hijo de puta. Una enciclopedia de la ofensa inmediata, de la actitud impresentable, dividida en 21 capítulos temáticos para que nuestro comportamiento en festejos familiares, estamentos oficiales, museos, comunidades de vecinos, puticlubes o tiendas de ultramarinos sea recordada con odio y perplejidad por los siglos de los siglos. Con capítulos tan básicos para la supervivencia borderline como Qué difícil es cagar fuera de casa o La ciudad como parque temático.

Mauro Entgrialgo, acompañado de Santi Orue y Ata, nos ofrece un peligroso artefacto que, de ser llevado a la práctica por sus lectores, convertirá el mundo en algo peor. Como los escenerios planteados por Ballard pero en sucio y con grasa de salchichón de tasca de mala muerte. No es el álbum de su autor que más he disfrutado, es cierto, pero sí tiene esa dinámica en la que ríes como un salvaje con uno de los chistes y a partir de ahí vas cuesta abajo, soltando la carcajada con cualquier tontería. Al menos, es lo que nos ha pasado a doña absenta y a mí. De momento procuraré alejarlo de las manos de absencito. Por cierto, Mauro Entrialgo estrenó blog en su página web hace bien poco.

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