Rock and Roll

Peter Milligan me gusta. No todo, claro. Su Elektra, por ejemplo, era bastante infumable. Aunque también es cierto que lidiar con un personaje que no tiene sentido es bastante injusto. Pero cosas como X-Statix o The Extremist merecen mucho la pena y redimen de su producción alimenticia. Uno de los temas de Milligan son los estados alterados. Las identidades confusas. Es un rastro que se puede seguir a lo largo de toda su obra. Y Blanco Humano su máxima expresión. En Vertigo Pop! London retoma el tema y lo lleva al terreno del rock’n’roll. Con ánimo mordaz pese a un final complaciente.

“¿Recuerdas esa noche en el Marquee, en el 65? Esa noche los Idle Hands barrieron a los Stones del escenario. (...) Impulsado por anfetaminas, alcohol, adrenalina y fuego, iba a aterrorizar la sensibilidad de la nación con mi voz astuta, mis ojos azules y mis tejanos de cuero peligrosamente ajustados. ¿Recuerdas esa noche?”.

El momento mágico del rock and roll como expresión de la rabia juvenil. Ya saben. Energía e inmediatez. Lo recuerda Rocky Lamont. Ahora es un dinosaurio que añora ese momento. El destino pone en sus manos la posibilidad de volver a ser joven, rabioso, inmediato, en el cuerpo de un desgraciado don nadie.

“Un cuerpo joven. Era de alguien llamado sean, pero ahora es mío. Y ¿No lo adivinais? Es justo de mi talla. Entrepierna apretada y frente sin arrugas, sin patas de gallo, sin liftings ni liposucción. Soy joven de nuevo. Y me siento de puta madre”.

De eso va Vertigo Pop! London. De la panacea juvenil. Del gran timo del rock and roll. De los dinosaurios agotados, con insoportables hijas mimadas y esposas jóvenes, siliconadas y con carrera de económicas. Del rock and roll como escaparate juvenil. Sin acné no hay rabia, no hay portadas. No hay momento mágico. De hecho, éste se ha intercambiado. Antes era al pié de un escenario. Sudando. Ahora consiste en ocupar el máximo de tiempo en la MTV. No es lo mismo claro.

“Es guapo. Tiene estilo. Energía. Eso es lo que importa hoy en día. Yo pondré lo demás”.



El tebeo me ha gustado, pese a que el final es, ya les digo, complaciente. Quizá de acuerdo con el carácter de comedia pop que más o menos predomina sobre el conjunto. Supongo que el tono de comedia alocada es el más habitual y probablemente adecuado para aproximarse al mundo del rock. También hay lugar para el momento dramático, incluso trágico, y para el cuento fantástico de corte fáustico. Milligan tiene buenas ideas aunque aquí no acaba de rematar el asunto. Pero hasta ese punto final de dispersión la cosa tienen mucho interés y se lee con agrado y sorna, ayudado, claro, con el dibujo fresco de Philip Bond. El que necesita la historia. Cercano al de Jamie Hewlett (Tank Girl). Lógico, juntos empezaron haciendo un fanzine. Por ahí hablan de lápices brit pop. No sé yo. Británico lo es. Pop... pues también. Supongo entonces que así será. O algo. No me apetece hablar de escenas underground o alternativas de los ochenta y todas esas cosas. La cuestión importante es que Philip Bond mola. Ya molaba en Mata a tu novio y sigue molando en Vimanarama.