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27.3.05
"Ahhhhh-ooooooo!" (zombies contra el nazismo)
No hay mucho que decir. La recuperación con ánimo enciclopédico de todo filme que tenga que ver con la querida (por estos lares) temática zombi tiene estas cosas. El zombi moderno, canibal, violento y social, nació con La noche de los muertos vivientes de George Romero. Hasta esa fecha el muerto viviente no era uno de los monstruos estrella aunque películas las hubo. Alguna hasta destacable. No es el caso de The Revenge of the zombies.
El zombie clásico traslada al cine el mito del vudú haitiano, conocido en los EE.UU gracias a que fue exportado a Louisina por esclavos. Venenos naturales, ritos paganos y serviles cadáveres sacados de la tumba. Exotismo y pantanos fantasmagóricos. The Revenge of the zombies es una muy modesta serie B de 1943 protagonizada por John Carredine. El inicio es prometedor y con atmósfera. Noche tormentosa y cadáveres saliendo de sus tumbas. Desgraciadamente enseguida se dispersa con toques de humor y un argumento detectivesco harto destrempado mientras el bueno de Carredine nos ofrece un par de potentes miradas perversas y poco más.
Les diría que el argumento tiene su originalidad sino fuera porque dos años antes la misma productora había estrenado otro filme, King of the zombies, con el mismo planteamiento. Carredine es un Mad doctor de origen alemán. Habita en los pantanos de Lousiana y está fabricando un ejército de zombis para los nazis. No duda en utilizar a su esposa recién muerta para perfeccionar la fórmula. El hermano de ésta y un detectiva sospechan de que algo raro pasa. Al final, los zombis serán muertos vivientes pero con principios democráticos y acabarán atacando a su creador.
Así que una virtud, la trama militar bizarra, ya había sido utilizada un par de años antes. La atmósofera, también. Los aciertos visuales de zombis escualidos y mortecinas damás de blanco vagando por los pantanos ya se habían visto en la bonita I walked with a zombie de Turneur, estrenada con éxito poco antes. ¿Qué queda pues? El ulular con el que se despierta a los muertos. "Ahhhhh-ooooooo!" Tiene su gracia. La mayor desgracia es el humor encarnado en el chofer negro. Un gordinflón de ojos saltones y comportamiento infantil. Hacer reir a la chiquillada en un contexto de cine fantástico. Descompensa en exceso. De todas formas, en una cinta con tintes propagandísticos antinazis tiene su gracia, muy de la sociedad borderline, la inclusión de humor burdo y racista: el negro es el bobo, el tonto, objeto de la risa. Poca cosa para esta modesta, digna pero rutinaria y aburridota serie B de las de antes. Y una moraleja, en caso de que usted planee conquistar el mundo: no haga que sus zombies registren a sus prisioneros, están alelados y les dejaran encima todo tipo de utensilios. Mejor regístrelos usted mismo.
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