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10.1.05
VAMPIROS ENTRE PRADOS Y MATOS
Un buen amigo mío define certeramente el cine fantástico español: “es un cine de prados y matos”. Es una definición que cuadra perfectamente con una película que he estado viendo a trozos estos días: La orgía nocturna de los vampiros.
De evidente bajo presupuesto y bastante nula distribución. Realizada por el bueno de Leon Klimowski en unos años en los que andaba mucho entre prados y matos, rodando ibérico fantastique (La noche de Walpurgis, La saga de los Drácula, La rebelión de las muertas, El extraño amor de los vampiros). La película es, lógicamente, mala pero aún así no se hace aburrida, tiene elementos curiosos que se sueltan asín a lo bruto pero que no se explican e incluso algún pasaje con atmósfera. Esto de los pasajes con atmósfera es fruto evidente de Klimowski, quien a ratos filmaba los vampiros de manera harto curiosa y muy hija de su época. Como psicodélico. Con primeros planos deformados de los no-muertos avanzando, en grupo, hacia sus víctimas. Con cierto delirio visual. A mí me gusta mucho como le quedaba, lástima de argumentos, actores y presupuestos.
La cosa va de unas personas que se dirigen en autocar hacia su nuevo trabajo: personal de servicio en una mansión. Tres o cuatro hombres (entre ellos el gran Luís Ciges), la chica (Dyanik Zurakowska según los créditos, monilla y de poco pecho) e incluso una madre y su hija. Al conductor del autocar le da un yuyu y la palma, por lo que los viajeros se ven obligados a parar en el pueblo más cercano. Tolnia (aunque diría que a ratos dicen Tonia, quizás por despiste o por mala declamación actoral).
En el pueblo, lógicamente, pasan cosas muy raras. La mayoría de ellas ni se explican, por cierto. Primero no hay nadie, luego aparecen los lugareños. “Estábamos en el cementerio”. Más avanzado el metraje uno de los viajeros exclamará “Esta gente se pasa el día en el cementerio”. Y es que sutiles y discretos no son. A estas alturas, pues, creo que queda claro: es un pueblo de vampiros. Un buen momento para comentarles que lo del título y la referencia a la Orgía Nocturna es puro camelo. Al menos en lo primero que viene a la cabeza del pajero medio: muchas personas practicando sexo a la vez, tos revueltos. Lo máximo que encontrarán es un top-lesss de la escasa Zurakowska. Quizás la cosa vaya más por la vertiente gastronómica del término. Aunque como verán los vampiros tampoco es que se den un gran atracón (o al revés, ya leerán, ya) además de tomárselo con calma. Por cierto, y para no perder el hilo. Al pueblo llega también, no se sabe muy bien cómo, el galán de la función, el ubicuo Jack Taylor (otro que se dio un hartón de prados, matos, montes y valles). Como galán, su personaje no deja de tener un tamiz muy español: es muy caballeroso para con la Zarakowska, y muy heroico, pero eso no impide que por las noches se dedique al voyeurismo mirando a la muchacha por un agujero de la habitación.
Vale. Ya tenemos al chico, a la chica, a un puñado de víctimas (el resto de viajeros) y un pueblo de vampiros que se pasa media vida en el cementerio. En una situación normal llegan los viajeros, los chupasangres los exprimen y fin. Eso aquí no pasa. Al contrario, se nos plantea una situación rara y curiosa, extraña, hasta novedosa diría yo, pero que queda medio colgada o sin explicar. Veamos, los lugareños insisten en que se queden a vivir allí; al final los llevan a ver a “la Señora”, que es ni más ni menos que Helga Liné (otra que se hartó de matos y prados). Ésta les ofrece una generosa suma de dinero si se quedan en el pueblo a trabajar a su servicio. Y claro, los visitantes aceptan. Fíjense ustedes que cosa: los vampiros pagando a sus víctimas para que éstas se queden en el pueblo. No es el único elemento extraño, que va, la cosa es aún más bizarra. Como al parecer no tienen comida para humanos, la señora envía a un leñador armario con un hacha para que vaya amputando extremidades de los vampiros lugareños. Con esas extremidades se prepararán las viandas que alimentarán a los humanos. Como ven, una táctica inusitada y delirante: los humanos se alimentan de vampiros para que éstos puedan comerse luego a aquellos. Canibalismo de vampiros y el pescado que se muerde la cola, todo a una. La escena que revela el tejemaneje al espectador no es nada sutil y sí una reluciente y veloz concatenación de planos: hacha – amputación de pierna - plato de carne con ¡buen aspecto!. Hasta Luís Ciges exclama extasiado “La carne tiene un sabor especial” y luego se mete un lingotazo de aguardiente. Hace bien, que es licor digestivo. No será la única vez que veamos tan refinada planificación de narrativa cinematográfica. El leñador irá cortando trozos de vampiros pueblerinos con Nocturnidad y alevosía y luego veremos salir jugosos potajes de cocina. Hasta al afilador de su afilada herramienta le dirá “La señora dice que con un solo brazo puedes hacer bien tu trabajo”. Y plás.
Pronto se deja caer una especie de relación feudal, de amo-siervos o de castas entre “La Señora” y los rurales no-muertos. Escoge como víctima a César, un chico joven y de buena planta y le pide que se quede en la mansión para que le recite a Shakespeare o a Lope. El mancebo lo hará, y mal, recitando con pinta de chuloputas apoyado en la chimenea, güisqui en mano. Habrá polvo y mordisco, y cuando la vampira esté saciada arrojará los restos al populacho que espera bajo la ventana. A Luís Ciges, en cambio, lo desangrarán los lugareños directamente. Posteriormente, será uno de ellos. Pinta de pueblo si tenía el bueno de Ciges (al que doblan la voz, ya me dirán).
Bueno, acelero un poco, que no era mi intención narrarles la película al detalle. El Jack Taylor pronto se percatará de que pasan cosas raras, sobre todo cuando la Zukuskaya esa (no pienso volver al copy and past con el nombre marras, tampoco me extrañaría, a tenor de su filmografía, que se tratase de una señorita de Cuenca ávida por desprender exotismo del Este) se encuentre un dedo en la sopa. Y un dedo entero, con su falange, su metacarpio, su uña y uno hasta diría que su poquito de roña entremedio. “Y por la noche se escuchan gritos raros” dice el Taylor. Así que se inicia la huida, en coche, asediados por muchos vampiros rústicos que tienen, ahora un aire de zombi mucho más marcado. Luís Ciges incluido. Impagable ver el rostro del actor pegado a la ventanilla. El climax final, ridículo, incluye a la Liné metida dentro del vehículo. Por cierto, en ese momento nos explican que en Talvia, pese a ser de día, jamás se veía el sol. Peregrina pero necesaria explicación.
Por cierto, recordarán que al principio les conté que había una niña. Lo he dejado para el final. La pequeña entabla amistad con un niño del pueblo. El espectador teme todo el rato que sea un chupasangre. También puede que sea un fantasma. Nada se explica. Lo cierto es que juegan en el cementerio a enterrar muñecas y que, ante un asedio vampírico, intentará salvar a la niña. Tanto y con tanta desmesura que acabará asfixiándola sin querer de tanto taparle la boca para que no grite. Luego la entierra.
La película tiene, así, sus cosas. La relación ésta de los niños. El ilógico canibalismo vámpirico citado. Cierta atmósfera en alguna escena. La conseguida pinta rural de los vampiros, hoscos y feos. Pero también numerosos despropósitos, guión a parte. El uso, excesivo y atroz, de la noche americana (es decir, filmar de día y oscurecer la copia para que parezca de noche, recurso harto barato). Eso sí, el elemento que colma el vaso del delirio es la banda sonora, a nadie acreditada por cierto, por lo que bien pudieran ser descartes de otros títulos. La amalgama resulta primero indigesta y luego encantadora. Pasajes de Spaguetti western, easy tempos bailongos y con swing, funqui de garrafa, dabadabas, sintetizadores y cajas de ritmos y una tonada, en la escena de cama entra la Liné y el recitador de Lope, que destrempa al más pintado (aunque el erotismo es también nulo). Respecto a la idea del pueblo vampiro fantasma. Esto. Hum. Bueno. Es una larga tradición que va de Brigadoon a 2000 Maniacs; e iba a decir lo de las deudas para con The Cars That Ate Paris pero ésta es un año posterior, así que mejor hablar de paralelismos.
Les dejo con otra reseña de la peli que he encontrado por ahí. Quería escanear una foto que tengo del (escaso) top-les de la Zurakowska, pero es que aún no he montado el escaner en el pecé de doña absenta. Mañana toca una de Godzilla. Espero. Aunque va a ser un poco justo, ahora que lo pienso. Bueno, ya se me ocurrirá algo.
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