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13.1.05

EL KAIJU RELUCIENTE (y una declaración de amor)



De entrada, un aviso. No esperen mi habitual crónica cinematográfica coolzetosa. No estamos ante lo que se pueda considerar un filme de derribo cuya visión causa la hilaridad del espectador. Estamos ante una obra maestra de la cinematografía japonesa. Así como suena. Que sea un filme de entretenimiento con monstruos gigantes no es motivo de desprecio. Al contrario. Arte y artesanía. Godzilla contra los monstruos es divertida, reluciente, hermosa y repleta de imaginación. A muy alto nivel. Quien esto escribe la coloca siempre en su lista de películas favoritas de todos los tiempos. Es el kaiju eiga (es decir: peli de monstruos japoneses) definitivo. La perfección del genero, dejando a parte la primera, claro, muy diferente del resto de la serie y que debe ser tratada a parte.

Alguno de ustedes dirá: “este tipo es un pajero”. Sí. Lo soy. De hecho, confieso que de pequeño esta peli me encantaba. La vi en el cine. Seguro que no había cumplido la decena. Debían faltar un par de años para ello. Por alguna extraña razón que no recuerdo salimos de la sala a cinco minutos del final, cuando Godzilla empieza a pasarlas canutas. Afortunadamente, pronto descubrí que formaba parte de la lista de filmes en super ocho que alquilaba mi padre los fines de semana. Eran versiones reducidas a una hora o así. Recuerdo exigirla de manera regular y salir victorioso en algunas ocasiones. Soy consciente de que esta confesión podría hacerles dudar de mi juicio entusiasta. Los riesgos de la nostalgia y esas cosas. En este caso concreto intento no nublar mi opinión ni dejarme llevar. Pasarón veinte años o más hasta que pude reencontrarme con ella. Y fue por todo lo alto. En un festival de Sitges de hará un par de lustros. No recuerdo la fecha ni pienso buscarla. Una proyección en condiciones con una sala abarrotada. Y un gozo. La película no sólo era entrañable, también majestuosa. La he visitado un par de veces a continuación gracias a la edición en vhs de Filmax. Es gracias a estos pases por lo que puedo declarar sin miedo y con seguridad la maestría del filme .



Godzilla contra los monstruos (Godzilla versus the thing ; Mosura tai Gojira), realizada por Inoshiro Honda en 1964, es la cuarta entrega del saurio radioactivo y cuenta con el póquer creativo de la saga trabajando en plenitud de facultades: Tanaka (productor), Honda (director), Ifukube (música) y Tsubaraya (efectos especiales). Tampoco hay que despreciar el guión de Sekizawa.

En la anterior King Kong contra Godzilla dejamos al saurio desaparecido y derrotado por el mono gigante que se parece a Homer Simpson. Pero la película también es, al mismo tiempo, la continuación de Mothra (Mosura, 1961) el clásico del kaiju que nos presentaba a la enorme y positiva polilla defensora de la Infant Island. Un título clásico de Honda que nunca he podido ver, que quedó inédito por estos lares y al que le tengo muchas ganas. Como el enfrentamiento con King Kong había sido un éxito, la Toho enseguida pensó que nada mejor que enfrentarlo a otro monstruo ya conocido.



Godzilla contra los monstruos es el título español del original Godzilla contra Mothra, mucho más explicito y menos engañoso. Al fin y al cabo los monstruos del título son los buenos de la función, aunque por última vez, en la siguiente se producirá el salto del Gran G al terreno de los defensores de la humanidad (por lo que a la serie clásica se refiere, claro). De hecho, el título es heredero del norteamericano Godzilla versus the Thing y hasta el cartel promocional remite.



Una buena prueba de la excepcionalidad del filme es que nuestro saurio preferido no aparece hasta la media hora de metraje y, en cambio, la cosa se mantiene la mar de entretenida e interesante. Primero un huracán que arrastra un gigantesco huevo de colores verde violáceos a la playa (que quieran construir un parque temático a su alrededor es una nimiedad olvidable, je je je), luego las aelinas, que son las dos gemelas diminutas protectoras de Mothra. Reclaman el huevo, que es de la polilla, pero fracasan. La aparición de Godzilla, que se estaba pegando una siesta enterrado en la playa, es impresionante. Ante los destrozos los protas humanos (unos periodistas) viajan a Infant Island y piden ayuda. Mothra está apunto de morir pero aceptará luchar contra el gran G. Morirá en la batalla pero se reencarnará en las dos larvas gigantes que surgen del huevo.



No quiero extenderme más en la historia. Si ven la película, disfruten de los detalles. De los colores hermosos. De los efectos especiales, que no son sólo gente disfrazada. También hay stop-motion en algunas escenas de lucha (piensen que nunca ha habido nadie dentro de Mothra: era una compleja marioneta), estupendos montajes de japoneses corriendo con Godzilla de fondo, magníficas escenas de las diminutas aelinas que nada tienen que envidiar a otros clásicos del subgénero reduccionista, minuciosas maquetas que cantan muy poco (con la excepción de algún tanque), una impresionante banda sonora que va de las orquestrales marchas de Ifukube a las canciones que cantan las gemelas para despertar a la polilla, pasando por los ritmos tribales de Infant Island.

De hecho la película combina perfectamente el destrozo urbano con la aventura exótica (me encantan los decorados de la isla, devastada por las pruebas nucleares), la poesía pacifista de Mothra con la fiereza y la brutalidad de un Godzilla que tiene un aspecto estupendo, molde para las próximas entregas, con su ya clásico rugido estándar. Incluso en una escena se puede apreciar parte de su traje ardiendo, en realidad un accidente de rodaje que no tuvo peores consecuencias para el bueno de Haruo Hakajima (el hombre que más veces ha pisoteado Tokio). Señal de la artesanía del filme, que sale victorioso con escenas como la resurrección de Godzilla en la playa, la pelea con Mothra (con ésta agitando sus alas, creando vientos huracanados y lanzando polen venesoso contra el saurio), la muerte de ésta para proteger el huevo mientras cantan las aelinas (escena hermosa donde las haya) y la batalla final con Godzila aprisionado por la tela que le lazan las larvas. Buff. Insisto, una obra maestra y el kaiju eiga definitivo, aunque el género aún dará para unos cuantos títulos de calidad, como la que vino después: Gidorah, el dragón de tres cabezas.



Les dejo unos cuantos links para que disfruten: la reseña de Badmovies, la de Stomptokyo, la de Kensforce, la de Gojistomp, la italiana de Fantafilm y una alemana que he encontrado por ahí (estas dos últimas generosas en el tema gráfico) y la española de la revista Daikaju. Como verán, todos coinciden.

Antes de acabar. Al pase de Sitges al que me refería al principio, ese que me reencontró con la película, me acompañó doña absenta. Éramos novios bastante recientes por entonces y ella era novata en esto de enfrentarse a una película de Godzilla. "¿Monstruos gigantes japoneses? Qué cosa más rara. Qué tonterias me lleva a ver este hombre". Y allí, a mi lado, la vi disfrutar como una enana, cantar la canción de Mothra y aplaudir como una poseida cada vez que Godzilla destrozaba un edificio. Fue entonces cuando tuve claro que sería la madre de absencito.


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