A falta de tiempo para poder redactar el análisis que merece (aunque me guardo una reflexión para dentro de un rato), dejo aquí constancia de la maravillosa El Gorila Ataca (A*P*E, 1976) con la crítica aparecida en La Vanguardia el 10 de septiembre de 1977 y un tutubo del filme que sin duda será del agrado de todos ustedes.
«El Gorila Ataca»
Proyección en tres dimensiones. Color de Lux.
El cine Fantasio nos ofrece con este filme una nueva proyección por el sistema del relieve, es decir, en tres dimensiones, para el que es preciso, como es sabido, que el espectador sea provisto en la taquilla de unas adecuadas gafas de plástico. Cada vez que se ha dado una de estas proyecciones, muy de tarde en tarde, constituye un éxito, que el público celebra. El procedimiento es muy atractivo, y justifica por sí solo que se asista a visionar el filme, independientemente de los mayores o menores méritos de éste. Lo interesante es el sistema. Un medio óptico que añade al cine un gran caudal de vibración, de seducción y de dramatismo. Gracias a este procedimiento el mundo de les imágenes, ya sean de objetos, personas o paisajes, adquiere una fuerza insuperable.
La película El gorila ataca, no es artísticamente demasiado importante. Se trata de un filme con gorila gigante, un poco en el estilo de los recientes de King Kong, pero con menos grandeza en los artificios puestos en acción. Le historia es, naturalmente, fantástica: Un barco de carga lleva a bordo un gorila gigante que alguien ha conseguido apresar vivo. Lo traslada a San Francisco con el propósito de exhibirlo en un zoo. Pero el fenomenal personaje logra desencadenarse, medio hunde el barco y se lanza al mar. En éste, mientras nada rumbo a la costa, es atacado por un tiburón con el que sostiene sangrienta pelea, y al que acaba venciendo. Ya en tierra, ataca una ciudad de Corea, en la que produce enormes destrozos y cuantiosas víctimas. Y a continuación se encamina hasta Seúl, la capital. Pánico, carreras, huidas en masa... El paso del gorila, una bestia que mide doce metros de altura, se señala por devastaciones y ruinas. El empeño de volver a capturarlo vivo se revela inútil. Y tras una emocionante serie de peripecias, harto convencionales, se consigue abatirlo. Para lograrlo tienen que unir sus elementos la policía de Corea y las fuerzas armadas de los Estados Unidos destacadas en el país, incluidos aviones y helicópteros.
Historia entretenida, un poco ingenua, dentro de un fantasismo elemental, pero atractiva, sobre todo, gracias a los alicientes de la proyección en relieve, en este caso bastante bien logrado.
Páginas
▼
31.1.09
30.1.09
HORROR PRECODE (I): EERIE COMICS, EL PRIMER TEBEO DE MIEDO
Con fecha de portada enero de 1947 (que en los estándares de edición estadounidenses implica puesta a la venta al menos un mes antes) la editorial Avon editó Eerie Comics, el primer tebeo de terror de la historia. Aunque hay precedentes de historietas de horror sueltas en comic books anteriores, era la primera vez que el formato se dedicaba en exclusiva al género, con cabecera y portada adhoc (eerie puede traducirse como espeluznante), incluyendo en su interior cinco historietas que se pueden considerar propias del género desde un punto de vista amplio. La Avon fue una editorial nacida en 1941 especializada en libros de bolsillo, que durante una década (1945-1956) se lanzó a la edición de tebeos populares. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Edad de Oro vivió una segunda etapa en la que el protagonismo mayoritario de los superhéroes cedió el testigo a lo que podemos definir como pupurrí multigenérico (western, policiaco, guerra, funny animals, romance), así que era cuestión de tiempo que alguien acabara por editar tebeos de terror.
Me parece muy interesante echarle un ojo a las cinco historietas que componían Eerie Comics. Tienen un valor histórico evidente y, además, hay que colocarlas en la perspectiva de un género que fue creciendo con timidez en los años inmediatos hasta que en 1953-1954 se podían contar más de una cincuentena de tebeos especializados, muy diversos entre sí y algunos de los cuales casi podríamos decir que competían por ver quien introducía la escena de violencia gratuíta explícita más burra (de una manera que creo sólo es posible comparar con la carrera gore que se vivió en Italia en los 70s-80s). La alarma social se instaló en la paranoica sociedad norteamericana, jaleada por el amarillismo mediático y político, y la industria decidió autoregularse con el célebre comic code (cuya normativa traducida deben leer aquí, ya que conviene tenerla presente en mi análisis). La mayoría de las cabeceras de terror sucumbieron ante los cambios a los que obligaba el code, la mala imagen y, muy especialmente, la crisis de la mayor empresa de distribución (suceso no vinculado y que se dió en paralelo); pero no todas: algunas sobrevivieron (incluso décadas), aunque muchos de los temas y enfoques que se habían hecho habituales ya no eran posibles.
Así que para ver un poco cómo eran las historietas incluidas en Eerie Comics no sólo hay que pararse en su calidad argumental (mayormente inocente y del montón, aunque con algún apunte importante) o gráfica (que tiene su interés: algunas destacan por su pulcritud estética), sino también tener en cuenta la presencia (o no) de elementos que ocho años más tarde serían prohibidos y censurados; como la jamona sugerente y bondageada de la portada, sin ir más lejos.
El tebeo se abre con la viñeta introductoria a toda página de The Eyes of the Tiger. Imagen de buscada espectacularidad en la un tigre de formas modernistas amenaza a un tipo dibujado más al estilo del realismo grotesco que fue habitual. El fondo es siniestro, con esa luna llena y el árbol en sombras desnudo de hojas.
La historia se inicia con un médico de una aseguradora privada llegando a una mansión propiedad de un tipo tan excéntrico que incluso tiene un tigre disecado en el jardín.
Resulta curioso que el medico de la compañía de seguros se lamente porque su cliente sigue vivo.
Dado que el médico opta por considerar al cliente una especie de demente (pretende que el beneficiario de su muerte sea cualquier tipo de felino) de salud frágil, éste le suelta el tigre que tiene como mascota.
El tipo, realmente, mantiene una extraña relación con su felino. Lo acaricia al fuego de la chimenea y duerme con él.
El problema es que al animal le da por lamer los pies de su amo, y los pelos de la lengua de un tigre, por fricción continuada, producen cortes y sangre. Y claro, eso saca a relucir el caracter de fiera devoradora de hombres de la mascota.
El trauma de asesinar a su mascota le lleva al delirio. Nuestro hombre recorre asustado toda su mansión y se siente perseguido por los ojos del tigre.
Y al final, cuando se cree seguro en el exterior, se topa con el tigre disecado del jardín y se mete tal susto que la palma. FIN. Quizá lo más destacable de la historia, desde el punto de vista que nos interesa, quizá sea la relación casi zoofílica del protagonista con el felino.
La segunda historieta, también de autores desconocidos, es Dead Man's Tale (Relato de un hombre muerto). La tradicional ( y normalmente bella) primera viñeta resulta siniestra y acude a un decorado clásico: el cementerio.
Cuando forense y ayudante salen de la habitación, el espíritu del cadáver hace acto de presencia y se dispone a relatar su historia.
Que se inicia cuando, de viaje por carretera, recoge casi por obligación a un viejo que no para de darle a la botella.
El problema aparece cuando el vehículo se estropea en medio del desierto. Pero el viejo tiene la solución: el líquido que hay en la botella no es alcohol sino un brevaje mágico de origen índio. Quien beba de la botella hará realidad todos sus deseos
Lo cierto es que el brebaje mágico funciona, ante lo cual el protagonista decide atropellar al anciano y apoderarse de su tesoro.
Gracias al líquido todopoderoso el futuro cadáver triunfará en la vida, se casará con una bella mujer, vivirá en una lujosa mansión, disfrutará de los placeres de la vida y, tal como dice el texto de la última viñeta, "y el mayor tesoro de todos será su pequeña hija".
Pero el brebaje funciona como una droga, y el hecho de que se agote lentamente sume al protagonista en la infelicidad y el agobio.
Por no hablar de que su adicción acabará siendo descubierta por su inocente hija, que también reclamara probarla por pura curiosidad infantil, cosa que su padre le niega. Por cierto, y al margen, esta viñeta (de artista ignoto pues no se acredita) parece dibujada por el mismísimo Jordi Bernet.
Una tarde en la que el padre acude a la hípica, la niña, celosa por la negativa de su padre, arrojará lo que queda del preciado líquido contra el suelo.
Y de inmediato el protagonista caerá fulminado mientras practica la equitación.
Regresando a la morgue, y no sin cierta confusión narrativa, el fantasma del anciano aparece afirmando que su venganza se ha llevado a cabo. La historia, sin ser una maravilla, es la clásica historia de maldiciones, aunque destaca por la visión de la perversidad infantil que ofrece en su tramo final, así como por la descripción del protagonista como un adicto a la sustancia mágica. Infancia y química, dos temas del interés ausente.
The man-eating lizards, la tercera historia del tebeo, es probablemente la menos interesante desde el punto de vista de la historia que relata, una men's adventure fantástica de corte muy pulp, aunque tiene el interés gráfico de ser un trabajo primerizo del gran Joe Kubert.
La historieta es, básicamente, la aventura de un par de pilotos militares que van a parar a una ignota isla habitada por adoradores de lagartos gigantes amigos de los sacrificios humanos.
Uno de sus puntos de interés es que sean las hembras de la tribu (jamonas y ligeras de ropa, como mandan los cánones del pulp para varones) quienes tomen la iniciativa y rescaten a los pilotos, en un curioso intercambio de los roles del héroe-víctima a rescatar. Además, la acción de rescate resulta bastante violenta, como demuestra la cuchillada en el hígado que muestra la viñeta de arriba.
El otro punto de interés es la irrupción de los lagartos gigantes, que devorarán a sus adoradores. La viñeta es explícita al respecto y recuerda a un momento similar del King Kong de 1933, una escena que por cierto ha sido censurada en algunas copias y ediciones en dvd (pueden comprobarlo aquí)
La cuarta historia, Mystery of Murder Manor, pertenece cláramente al subgénero de los adolescentes investigadores. La viñeta inicial destaca por su potencia gótica: una fantasmal calavera gigante sobre una destartalada mansión en la que se avista un cuerpo ahorcado. El argumento es facilón: un par de jóvenes se adentran en una casa abandonada sobre la que pesa la leyenda de una maldición para quienes la visitan.
El ahorcado es, precisamente, uno de los elementos a destacar en mi análisis dada la claridad gráfica con que se muestra tanto de cuerpo entero como en detalle de su rostro.
Lo sobrenatural hace acto de presencia con un clásico fantasma de sábana.
Pero el elemento realista resulta mucho más sobrecogedor. La escena en la que el verdadero habitante de la casa, un delincuente que sabe de la existencia de un tesoro, intenta estrangular y ahorcar con una soga a uno de los muchachos protagonistas destaca por su violencia.
Desentrañado el misterio, en la línea Scooby Doo, sólo queda explicar la aparición del fantasma. Arriba tienen la respuesta.
De todas las historietas de Eerie Comics es la última, The strange case of Henpecked Harry, de largo la mejor del lote, quizá por ello la más reimpresa y reeditada. Se desconoce guionista pero no al dibujante, Fred Kida, un nombre clásico de la Edad de Oro.
El motivo por el que The strange case of Henpecked Harry merece ser destacada es por avanzar un tema que tuvo predicamento en los tebeos de horror y que sin duda pesó mucho en la elaboración del code: el ataque frontal a la institución del matrimonio. Vista con los ojos de la corrección política imperante hoy en día, es también una historia de maltrato doméstico, eso sí, desde un punto de vista cláramente masculino (y, por tanto, subversivo para la mediática visión actual del problema): Harry es un honrado esposo que se mata a trabajar para luego ser objeto del desprecio físico de su media naranja.
El maltrato es público y notorio, bien conocido por unos vecinos habituados al escándalo...
... y palpable en el rostro del pobre Harry, un pobre tipo cuya situación familiar lo acerca a la locura y el asesinato. Me gustaría destacar un detalle, ahora que lo pienso: habitualmente, en el pop de derribo del siglo XX, la violencia domestica tiene por objeto a un varón humillado y maltratado mental y físicamente por su esposa, y además este retrato casi siempre se muestra con una cierta bis cómica. Reflexionen al respecto.
La idea del asesinato va creciendo, influenciado (ojo al dato) por la visión de películas donde este se explicita.
Y un buen día el pobre Harry ve a su esposa en el anden del metro y lo ve claro. Aprovechando la multitud la arrojará a la vía cuando el tren entra en la estación.
Fíjense en el erotismo con que se dota a la víctima en el momento de su asesinato. Reparen en el detalle del liguero y de unos muslos mostrados en todo su esplendor. El Comic Code no hubiera permitido este punto de vista.
Me encanta esta viñeta en la que la sangre es sustituida por el horror de los testigos del suceso...
...así como el comentario del operario: "nunca había visto un cuerpo despedazado en tantos trozos. Antes era una mujer, ahora es una asquerosidad". Creo que el humor negro de corte grotesco está implícito.
A partir de ese momento el pobre Harry se verá asediado por el espectro vengativo de su esposa. Una escena clásica del tebeo de horror que no fue visto con buenos ojos por el code.
Al final, Harry será arrojado desde el terrado del edificio empujado por un fantasmal metro fantasma, pero ahí un elemento que la historia se guarda para el típico final O'Henry:
La venganza del espíritu de la asesinada era fruto del remordimiento psicológico. Al fin y al cabo la asesinada no era su esposa, sino una amiga con la que había intercambiado trapitos. El giro final, ya saben como son estas historias.
También se incluía una historieta cómica de estilo cartoon protagonizada por Goofy Ghost que en su última viñeta anunciaba una siguiente entrega de Eerie Comics. No fue así. ¿Por qué no tuvo continuidad? Bueno, quizás las ventas no fueron las esperadas; es la explicación más lógica. Cinco años más tarde, en 1951, Avon recuperó la cabecera con un nuevo número uno (que reemprimía este tebeo de 1947) que sí tuvo continuidad (17 entregas), aunque en 1951 ya eran varias las colecciones de la Atlas o de EC dedicadas al género. Por cierto, Eerie Comic, un tebeo cuyos derechos están libres, no es de difícil localización escaneado en la red. Este es uno de los enlaces de descarga disponibles.